La Esperanza, La Alianza y Diana son los nombres de los tres balnearios fijos que quedaron en Alicante alrededor del año 1863. Si bien ahora, entendemos un balneario como un "establecimiento dotado de unas instalaciones concretas para tomar baños medicinales", el término también hace referencia a los "baños públicos" que tanto se popularizaron en la ciudad en la segunda mitad del siglo XIX.
La llegada del primer tren a Alicante en 1858 (que venía de Madrid) supuso un cambio de paradigma total. Los primeros viajeros, mucho antes de ser considerados turistas, comenzaron a trasladarse simplemente por placer, y la ciudad tuvo que adaptar sus infraestructuras. Las posadas, fondas y casas de huéspedes fueron sustituidas por otros establecimientos mayores y mejor equipados para la llegada de los primeros turistas. Efectivamente, hablamos de los hoteles.
Uno de los acontecimientos que impulsó la llegada del turismo a Alicante fue la visita de Isabel II a la ciudad, ya que el Ayuntamiento lanzó una promoción especial y todos los establecimientos y comercios bajaron sus precios para atraer a los visitantes.
Esta creciente demanda hotelera trajo consigo el desarrollo de otras actividades y servicios más relacionados con el ocio. Fue así como las agencias de viajes, los casinos, sanatorios y balnearios, revolucionaron el turismo alicantino.
La Guía del bañista
Tal y como cuenta la historiadora Verónica Quiles, a partir de la segunda mitad del siglo XIX se popularizan las guías para bañistas. En 1869 se publica en Madrid 'La Guía del bañista en el mar', un manual que habla de Alicante como "una ciudad bien comunicada por el ferrocarril con amplia oferta hotelera y baños de mar calientes con casetas".
Los turistas acuden a estos baños desde el 16 de julio hasta el 15 de agosto, coincidiendo con la festividad de la Asunción. Es durante estas fechas cuando tiene lugar la temporada de los balnearios.
Es durante esa época cuando médicos y facultativos hablan a la población sobre los baños como una práctica que favorece la salud. Los profesionales hablan de una duración máxima del remojo de entre 30 y 60 minutos dependiendo de cada cuerpo. "Las hay muy gruesas que pueden resistir la hora indicada, y las hay delgadas que sólo pueden resistir 30 minutos", explican desde la Asociación Cultural Alicante Vivo.
Los primeros balnearios de Alicante datan de 1834. Eran entonces casetas de madera elevadas sobre el mar, que además contaban con todo tipo de decoración (flores, estatuas de yeso...). Estos lugares contaban con un trapecio gimnástico y hasta tocador propio.
Hombres y mujeres tenían prohibido el baño juntos en las playas de Babel y Postiguet. "Hubo que poner a dos municipales en horario nocturno para vigilar que los hombres no deambularan mientras las mujeres disfrutaban de sus baños", explica la comisaria de la exposición sobre la Historia del Turismo en Alicante, Verónica Quiles.
Tras la reforma del puerto, en 1858, estos establecimientos se trasladaron definitivamente a la playa del Postiguet. Durante la segunda mitad del siglo XIX se fueron ampliando hasta convivir 11 balnearios, siendo fijos La Esperanza, La Alianza y Diana.
Toda esta información, acompañada de imágenes, puede consultarse visitando 'Ven cuando quieras', una exposición sobre la historia del turismo en Alicante. Esta muestra, patrocinada por el Ayuntamiento de Alicante, está disponible hasta el 25 de febrero en la sala Espacio Séneca.