Dos cercetas pardillas.

Dos cercetas pardillas.

Vivir Life Cerceta Pardilla

El Hondo de Elche pone en libertad a 40 crías de cercetas, el pato más amenazado de Europa

En todo el planeta quedan solo unas 30.000 cercetas y “España tiene la responsabilidad de conservar las últimas de Europa”.

29 marzo, 2022 10:31
Alicante

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La población de cerceta pardilla, el pato más amenazado de Europa, ha crecido hasta el centenar de parejas en España gracias a un proyecto europeo de conservación centrado en esta especie en peligro crítico.

Así lo han asegurado los socios del proyecto Life Cerceta Pardilla, cofinanciado por fondos europeos para incrementar y mantener la población de la especie 'Marmaronetta angustirostris' en niveles saludables para el entorno y, de paso, restaurar el hábitat de estas aves.

En España, el único lugar de reproducción de cerceta pardilla, esta especie se distribuye sobre todo por los humedales de la Comunidad Valenciana (la Albufera de València y el Parque Natural de El Hondo, (en Alicante), Murcia (la Laguna de las Moreras) y Andalucía (Doñana, las Marismas del Guadalquivir y Punta Entinas-Sabinar). 

El objetivo del proyecto es alcanzar un mínimo de 125 parejas reproductoras de pardillas en el país, que en este punto cuenta con 105 parejas y todavía se incluye entre las especies en peligro crítico de extinción según el Catálogo Español de Especies Amenazadas.

“La manera de abordar problemas complejos es a partir de soluciones complejas”, zanjó la directora de la Fundación Biodiversidad, Elena Pita, antes de llevar a cabo una de las acciones del proyecto: la puesta en libertad de 40 crías de cercetas en el Parque Natural de El Hondo.

Pita destacó la importancia de preservar los humedales para prevenir el declive poblacional de la cerceta pardilla, subrayó los “beneficios ecosistémicos” de estos espacios, reguladores, por ejemplo, de inundaciones y sequías, y lamentó la degradación ambiental que sufren, pues desaparecen tres veces más rápido de los bosques.

Así, lamentó que, aunque España “es el tercer país del mundo con más humedales registrados en la lista Ramsar”, la mitad de los humedales españoles no presenta un buen estado de conservación.

Una de las patas de la iniciativa es la compra de tierras para asegurar la gestión de los espacios naturales donde viven las cercetas, garantizar sus necesidades -aguas de calidad “excelente”, una dieta alimentaria (omnívora) muy específica- y protegerlas de amenazas humanas como la caza furtiva.

“La caza de anátidas se hace al amanecer”, precisa Ignacio Torres, subdirector de biodiversidad y cambio climático de la Fundación Biodiversidad, entidad pública que coordina el proyecto, quien explica que, a esas horas, muchos cazadores no distinguen entre una cerceta y una focha común u otras aves que sí son especies cinegéticas.

Ya se han adquirido por valor de unos 500.000 euros dos fincas, que en total suman 55 hectáreas, en el Parque Natural de El Hondo -una comprada por la ONG SEO/BirdLife y otra por la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), ambas parte del proyecto-, y se comprará una tercera finca de 90 hectáreas, que costará unos 900.000 euros, avanzaron.

Por otro lado, la iniciativa impulsa la cría en cautividad en dos centros de recuperación de fauna (la Granja de El Saler, en Valencia, y la Cañada de los Pájaros, en Andalucía), donde separan a las parejas de cercetas para favorecer la reproducción.
Los polluelos, una vez han cumplido al menos tres o cuatro meses, son llevados a la laguna de El Hondo, donde se introducen en jaulones para que pasen allí una semana siendo alimentados y que poco a poco se acostumbren al entorno.

"Liberación blanda"

Es lo que se conoce como “liberación blanda”: a la semana, se abren las puertas de los jaulones y las cercetas emprenden el vuelo, pero pueden acceder todavía a la jaula, a la que los especialistas siguen llevando comida durante unos días, hasta que las cercetas empiezan buscar alimento por sí solas.

No todas sobreviven; de hecho, parte de lo que justifica la "lamentable" situación que viven estas aves es, según la Fundación Biodiversidad, que tienen una mortalidad natural muy alta -son presa de multitud de depredadores, entre otros factores- y que, en este caso concreto, muchos ejemplares criados en cautividad no logran adaptarse a su nuevo hábitat.

En el primer año del proyecto, que prevé actuar hasta 2025 en España, se han liberado 996 ejemplares de cerceta pardilla, aunque muchas no prosperan pues, además de la alta mortalidad natural, existe la presión de actividades humanas como la agricultura industrial que contamina las aguas o la caza.

Torres recalcó que en todo el planeta quedan unas 30.000 cercetas y “España tiene la responsabilidad de conservar las últimas de Europa”, pero ello pasa también por colaborar con oenegés conservacionistas que trabajan en el norte de África, pues parte de las cercetas pardillas migran hacia el Magreb.

Migraciones al norte de África

El proyecto también incluye el sistema de monitoreo satelital de estas aves para hacer un seguimiento de sus migraciones, que a diferencia de otras especies de aves, son movimientos dispersivos nomádicos: “aprovechan los recursos que tienen a su disposición", aclaró Torres, y pueden quedarse aquí todo el invierno o irse, según convenga.

De las 50 cercetas que se ha podido seguir por monitoreo satelital -aunque no todas han migrado-, sólo hay constancia de una que haya logrado volver de África.
Esto no significa que sólo haya regresado una cerceta, matizó Mario Giménez, delegado de SEO/BirdLife en la Comunidad Valenciana, puesto que vuelan en grupo (aunque no todas ellas cuentan con el dispositivo), pero "muchas no vuelven de África" porque encuentran depredadores y otros peligros en el camino.