Alicante

La pasión por la montaña unió a dos militares en Alicante hace 27 años, Alfonso Blas y Carlos Cardelle. Ahora emprenden una nueva aventura juntos, llegar a la cumbre más alta de Norteamérica, el Denali. Y saben que va a ser especialmente dura por su cercanía al círculo polar ártico, con una sensación térmica que llegará a menos cincuenta grados. "Vamos a aprender y a disfrutar", aseguran antes de coger el tren con el que inician el viaje.

Las parejas de ambos les despiden antes de que emprendan la que Blas define como la mayor aventura que ha vivido en lo deportivo. Y el frío es la mayor preocupación que tienen ambos. Cardelle lo toma como un entrenamiento antes de plantearse en un futuro nuevas expediciones al polo norte o al Sur. "Podría ser uno de los grandes proyectos", apunta.

Antes de partir han estado muy atentos a las previsiones meteorológicas. La semana pasada durante tres días soplaron vientos de cien kilómetros por hora, lo que se mantendría unos cuantos más. Y ahí confían en que cuando lleguen este jueves a Anchorage, la ciudad más grande de Alaska, haya remitido.

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Uno de los apoyos claves que tendrán en esta expedición estará, en cambio, disfrutando de temperaturas mucho más suaves. El catedrático Jorge Olcina les irá aportando la información clave durante su ascenso al Denali para saber cuándo tendrán las mejores condiciones meteorológicas para llegar hasta la cumbre. Pero antes de eso ya se han hecho a la idea de que el frío extremo será tal que no pasarán nunca de los cero grados. "Eso intimida un poco", reconoce Blas, "porque la sensación térmica habitual será de 30 grados bajo cero".

Caminarán sobre el hielo con raquetas de nieve, un sistema más ligero de cargar y que esperan que les permita avanzar cuando esta sea blanda. Las botas con que lo harán serán las que ya han usado en otras expediciones para evitar que surjan problemas de rozaduras que en esas condiciones extremas pueden provocar problemas mayores. "Es un poquito más pesado, pero puede evitar complicaciones", indica Blas.

Las enormes mochilas que han subido al AVE no son todo el equipo que van a necesitar durante las más de tres semanas que tienen para el viaje. A su llegada a Anchorage este jueves tienen que aprovechar que se trata de una gran ciudad para comprar en un día la parte del equipo necesario que habían descartado cargar en los vuelos hasta Alaska. Entre ello, la comida para veinte días.

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Si esas han sido las preocupaciones previas, en lo que saben que van a disfrutar es de la convivencia. "Estoy encantado por volver a hacer cositas así con mi compañero de toda la vida, Alfonso, con el que vamos a disfrutar muchísimo, seguro", valora Cardelle. Y es que, pese a lo extremo de las condiciones, cumplen el sueño de "conocer una zona a la que teníamos muchas ganas, espectacular y muy salvaje, que abre nuevos horizontes", agrega.

Y no es por falta de ellos ya que han visto amanecer en la cordillera blanca del Perú y anochecer en el Himalaya. Un recorrido del que Blas recuerda que han pasado por algunas de las consideradas montañas más bonitas del mundo, como el Alpamayo, el Ama Dablam o el Cervino. "Lo más curioso es que todos los que han ido al Denali dicen cosas como que es la única que repetirían", señala Blas.

Si Blas y Cardelle emprenden este viaje con el objetivo de acumular nuevas experiencias y horizontes en su mirada, también son "conscientes de la suerte que muchos de nosotros tenemos por haber nacido en un país como España, en el seno de una familia bien estructurada, o simplemente por nacer y vivir con salud". Con esas palabras anunciaban su reto en redes sociales antes de partir. Y por ello quieren dar visibilidad a organizaciones como Rafiki África, la fundación UNER y la asociación benéfica Club R19. en cada una de las actualizaciones que han hecho y que seguirán haciendo. Al final, como concluye Cardelle se trata de "aprender y disfrutar, que es fundamental".