La fundación Roble y Machete nace desde Alicante para ayudar a los veteranos del Mando de Operaciones Especiales, la unidad de élite del Ejército de Tierra español. Su objetivo es apoyar a quienes han prestado servicio como boinas verdes y se encuentran con la vuelta (a veces muy difícil) a la vida civil.
Esa fue la clave con la que se embarcó en esta misión José Acevedo, coronel en la reserva. Sentado en una cafetería reconoce que al principio era escéptico con esta idea. Se había encargado de la asociación de veteranos Boinas Verdes donde estuvo de presidente cuatro años y un día varios compañeros le comentaron que había que plantear una fundación. "Aquello me pilló de sorpresa porque no sabía qué era una fundación y para qué lo necesitaban", recuerda.
Hasta que se encontró un día a un antiguo subordinado en la fila de Cáritas.
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Y luego a otro.
El golpe emocional que supuso ver que sus militares necesitaban acudir a los servicios de beneficencia para afrontar su día a día le hizo ver la necesidad que había de crear una fundación que hasta el momento no existía. Estos, como puntualiza, son dos de los casos extremos que se ha encontrado.
El primero de ellos lo vio cuando paseaba cerca de la parroquia donde vive y se escondió al principio. "No hablé con él, pero subí a buscarlo y me explicó que tenía constantes deudas". En otro caso, le explicaron la historia de la hija de uno de estos militares que con altas capacidades no avanzaba y buscaba opciones "para ver si se podía ayudar a la chica".
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Los militares cuando están en activo cobran menos de mil euros al mes si no están en una operación, cuando sí trabajan en ella su sueldo aumenta significativamente, pero solo durante ese tiempo. "Ganan un sueldo pequeño al empezar que, según los trienios pasan, van sumando", explica. El problema, añade, es cuando el sobresueldo les hace calcular mal las cuentas personales y empiezan a asumir gastos con préstamos que luego se ponen cuesta arriba y "hay gastos que no te puedes permitir".
Del contrato al paro
Acevedo recalca que pese a los puntuales casos extremos que se ha encontrado, la cuestión que le preocupa es que "son mal administrados, por ellos mismos, no son pobres". Y a eso añade que "contar un problema es difícil porque no se lo cuentas a un mando porque puede no confiar en tu misión, y se lo cuentas a un compañero o a un páter".
Los militares cuando firman un contrato con Operaciones Especiales "es por tres años que luego se va renovando". Se pueden marchar en cualquier momento, como es natural, para reincorporarse a la vida civil donde pueden pedir el paro, como sucede al terminar cualquier trabajo y se recibe la ayuda según el tiempo contratado.
Y cuando se terminan las prestaciones es donde quieren estar. "Hay quien estudia durante esos meses o se empieza a sacar un título, pero la ayuda por los años trabajados se acaba y hay gente que no la tiene", explica. Por eso remarca que el objetivo de la fundación no está solamente en quienes tienen 45 años y abandonan la vida militar, "sino ayudar desde el momento en que se deja de ser".
Crear la fundación
El proceso de puesta en marcha de una fundación en España le era totalmente desconocido. "Era muy complicado arrancar", reconoce. Y decidió marcárselo como un reto. Estudiar la legislación y empezar los contactos para ver quién se sumaba a una iniciativa en la que se requiere poner unos treinta mil euros.
La única con la que se podían comparar era la fundación Tercio de Extranjeros, dedicada a la Legión española, "que era la única en esos momentos relacionada con el Ejército de tierra". Luego elegir un nombre que se pudiera registrar ya que rechazaron Boinas Verdes, Guerrilleros y Empecinado, entre otros. "Al final elegimos el emblema del Roble y Machete" que aparece en el escudo del MOE.
La venta de lotería de Navidad y, sobre todo, la redacción del primer libro en el que los militares cuentan su experiencia en las Operaciones Especiales, Boinas verdes españoles, les permitió reunir esa cantidad para empezar.
"Ahora estoy más relajado porque ha sido una tensión de tres años", explica. "Ahora hace falta cuidarlo y sacar adelante los proyectos, algunos saldrán adelante y otros no. Lo más importante ahora es pedir subvenciones que hasta ahora era inviable y pedir donaciones a personas físicas y jurídicas empresas que nos lo habían prometido cuando antes era inviable".
"Lo más importante es ayudar a la gente", concluye, "porque hay muy buena gente preparada en lo militar, pero no tienen titulación". Entre quienes ya se les han acercado "hay gente que les encantaría ser jardinero, pero la gran mayoría quieren ser de seguridad". Su propósito es aprovechar las relaciones con las empresas, como mencionaba, y relanzarlos en el camino.