El gobernador de Filipinas y virrey de Nueva España, Félix Berenguer de Marquina y Fitz-Gerald.

El gobernador de Filipinas y virrey de Nueva España, Félix Berenguer de Marquina y Fitz-Gerald.

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Este es el militar alicantino, gobernador de Filipinas y virrey de Nueva España, que perdió la Luisiana en 1800

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La provincia de Alicante ha proporcionado durante siglos varios algunos de los grandes prohombres de la historia hispanoamericana. En especial, Jorge Juan (Monforte del Cid), quien además de sus múltiples logros militares (marino, matemático, ingeniero, cartógrafo, profesor, astrónomo y hasta espía en Londres) fue junto a Antonio de Ulloa, quien logró medir un grado meridiano por debajo del Ecuador, lo que permitió conocer el verdadero tamaño y la forma de la Tierra.

Pero no ha sido el único alicantino que hizo historia en el continente americano. Juan de Miralles y Trayllon (Petrer), Francisco Bouligny (Alicante) y Félix Berenguer de Marquina y Fitz-Gerald (Alicante), fueron figuras indispensables para entender el ayer al otro lado del océano Atlántico.

En la semana entrante, el próximo día 20 de noviembre, se celebrará el 288 aniversario del nacimiento de éste último, quizás el menos conocido pero no menos importante militar alicantino del Imperio español.

A Félix Berenguer de Marquina y Fitz-Gerald se le atribuye la "venta" de Luisiana a Francia en 1800, pero en realidad no fue el artífice de la operación sino el virrey de Nueva España, territorio al que pertenecía el actual estado norteamericano, cuando se cedió a Francia esa parte del suelo español desde 1763 por el Tratado de París.

La cesión tuvo lugar como parte del Tercer Tratado de San Ildefonso, firmado el 1 de octubre de 1800, por el ministro Mariano Luis de Urquijo, en nombre de Carlos IV de España, y Louis Alexandre Berthier, en nombre de Napoleón Bonaparte. Un tratado que comprendía también otros territorios con legitimidad dinástica como el Gran Ducado de Parma o la Toscana.

De hecho, el alicantino que ya había sido gobernador y capitán general de Filipinas (1788-1793), fue nombrado virrey a principios de ese año, pero no desembarcaría en terrenos del actual México hasta el mes de marzo ya que fue apresado por los ingleses y conducido a Jamaica como preso.

Como explica el historiador Javier Barrientos Grandon en la web de la Real Academia del Historia de España, "por Real Decreto fechado en San Lorenzo (8 de noviembre de 1799) Carlos IV decidió relevar del virreinato de la Nueva España a Miguel José de Azanza y confiarlo a Félix Berenguer de Marquina, provisto también como gobernador, capitán general y presidente de la Real Audiencia de México, quien se aprestó de inmediato para embarcar rumbo a su destino en medio de las agitaciones propias de las hostilidades con Inglaterra".

No obstante, "a las siete de la mañana del 17 de marzo de 1800, en la sonda de Campeche, fue apresado por la fragata inglesa de guerra La Alarma" y fue conducido "al puerto de Kingston, en Jamaica. El virrey consiguió allí su libertad después de acordar con el comandante Hyde Parker que no tomaría mando de escuadra ni de navío durante la guerra con Inglaterra, después de lo cual fue autorizado a dirigirse al puerto de Veracruz en una goleta española que había llegado a Jamaica con prisioneros ingleses, y así se embarcó el 27 de marzo de 1800 para arribar a Veracruz el 11 de abril siguiente".

Como ya ocurriera con Jorge Juan, el militar alicantino sobresalió también en el mundo científico ya desde sus tiempos de cadete en el Regimiento de Infantería de la Reina y caballero guardiamarina, con "especial aptitud en las disciplinas de Matemáticas y de Navegación y obtuvo algunos premios en certámenes que versaron sobre ellas", señala el historiador.

Esas aptitudes le valieron para ser maestro de Matemáticas en la academia naval al tiempo que ascendía en el escalafón militar hasta que a los cuarenta años "fue nombrado presidente, gobernador y capitán general de las islas Filipinas" tomando "posesión de estos empleos en Manila al cabo de poco más de un año (1 de julio de 1788)".

Antitaurino

El historiador prosigue que "las circunstancias de su viaje, prisión y posterior puesta en libertad marcaron el inicio de su gobierno virreinal, por las reticencias que mostró la Real Audiencia de México a permitirle que tomara el mando libremente"

Al tiempo que rememora que una de las primeras decisiones del alicantino fue muy impopular por su vertiente antitaurina. Y es que, explica Barrientos, polémico inicio de su gobierno continuó un incidente con el Cabildo de la Ciudad de México, que, según se hallaba en uso para la recepción de los virreyes de la Nueva España, le solicitó permiso para celebrar corridas de toros con ocasión de su entrada en el virreinato, pero Berenguer de Marquina no consintió en ello".

A parecer, Berenguer de Marquina explicó que se trataba de un espectáculo contrario a “lo moral y lo político” y de gran costo para la Real Hacienda, decisión que siempre sería recordada en la posteridad como una de las causas del severo juicio que de sus capacidades hizo buena parte de la historiografía mexicana decimonónica". Algo que le valido para ser denostado durante casi tres siglos por la historiografía taurina.