Alicante

Fue el cronista de Luis XIV de Francia, el duque de Saint-Simon, quien dejó escrito cuales fueron los últimos deseos de cronista oficial de la corte del Rey 'Sol' antes de morir. Gustos sencillos pero repletos de significado de un enfermo terminal de gangrena que aparecieron retratados en Journal de la maladie du Roi: "bizcochos mojados en vino de Alicante".

Ese vino no era otro que el Fondillón, auténtico caldo exquisito preferido por las cortes europeas que tuvo su origen en la huerta de Alicante y se extendió por el Medio Vinalopó en siglos XVIII y XIX. Pero que con la plaga de la filoxera a principios del siglo XX se vio reducido a barricas familiares no comercializadas. 

En 1976, no obstante, el enólogo Monòver Salvador Poveda (1924-1981) junto con el heredero de una de las grandes sagas vinícolas alicantinasEleuterio Llorca O'Connor (1924-2009), recuperaron esas barricas familiares para volver a comercializar la joya enológica alicantina en una nueva historia que está a punto de cumplir medio siglo de éxitos por todo el mundo.

Rafa Poveda en su conferencia refiriéndose al coleccionista David Beltrà.

Y como "de raza le viene al galgo", fue el pasado jueves cuando su hijo, Rafa Poveda, retomó esa magnífica historia de pasado, presente y futuro en la Escuela de Catas de Alicante que dirige Juanjo Sellés. Para ello contó con los relatos de la historiadora y arqueóloga Verónica Quiles, sobre la huerta alicantina y del coleccionista noveldense David Beltrá, que explicó la trascendencia nacional e internacional del caldo en el comercio exterior alicantino.

"Citas con la historia"

La cata de la Escuela abre un nuevo ciclo en el que la historia se conjuga con la degustación de los mejores productos de la provincia. Pero en concreto para el Fondillón, para todos los que estén interesados y no pudieron asistir, el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert dedicará una de las jornadas de su ciclo "Gastronomía con estrella" al Fondillón con la participación de Rafa Poveda el próximo 26 de mayo a las 19,30 horas en la Casa Bardín.

Detalle del expositor de vinos alicantinos de la familia Maisonnave en la Exposición Vinícola de 1877.

La historia del Fondillón y el resto de caldos alicantinos tiene un punto de inflexión en 1877, con la exposición vinícola nacional, donde los alicantinos llevan 300 de sus caldos. Y donde los Maisonnave brillaron con luz propia con un expositor que incluso fue destacado entre los demás por la prensa de la época (La Ilustración española y Americana).

Sin embargo, como detalló Quiles, la huerta de Alicante (Condomina, Cabo de la Huerta, Sant Joan, Mutxamel y El Campello) en el cauce bajo margen derecho del río Monnegre, contaba con 30.600 tahullas de tierra en la que las cepas de la vid del monastrell eran las grandes protagonistas. De hecho, la huerta sigue conservando (aunque en su mayoría en pésimo estado) los vestigios de las bodegas que llevaron el nombre de Alicante por todo el mundo.

Verónica Quiles, en el inicio de la cata, con Rafa Poveda y David Beltrà en la mesa.

Y tras la extensión del cultivo al Medio Vinalopó, donde la ausencia de humedad facilitaba los primeros procesos de fermentación, el puerto de Alicante terminó por darle nombre al vino por excelencia de la provincia, un caldo con más de 16 grados de alcohol y 30 gramos de azúcar que competía de tú a tú con otros "rancios" o "embocados" de fama internacional como el Xerez o el Madeira.

Así, en 1976, Poveda y Llorca adquirieron las "madres" de las barricas y toneles que pudieron para, con esa solera, con ese fondo (de ahí "Fondillón") recuperar su producción comercial al precio poco popular de 1.000 pesetas de la época. Y es que el Fondillón está hecho sólo y así se ha servido durante siglos, para ocasiones muy especiales.

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