Alicante

La nueva carta de Pablo Montoro para este invierno llega con la intención de embarcar a los comensales en una montaña rusa de emociones en la que amplía su recorrido creando una nueva parada parada en Espacio Montoro. Olvida las ideas sobre vivir una experiencia que prometen otros lugares y abróchate el cinturón, el restaurante más codiciado en reservas de la ciudad de Alicante está listo para despegar.

Este lunes arranca la nueva propuesta de Espacio Montoro. Como siempre, las reservas para los próximos dos meses ya están cubiertas y hay que estar atentos en sus redes sociales a si queda algún hueco. Y Pablo cuenta desde el rincón Black Tech que tiene muchas ganas de recibir al público después de dos meses, en los que ha estado también inaugurando la feria Eatrenalin en Alemania. 

El viaje despega desde esta parte del local, habilitada en uno de los extremos de las tres cocinas que enseña el restaurante. Se abre la puerta y te invitan a entrar a una habitación a oscuras de la que sale humo. En medio de ella se encuentra una fuente iluminada, cuando los ojos se habitúan a la oscuridad se descubren las otras luces negras que hay. A través de los altavoces te anuncian que es momento de iniciar el viaje.

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¿Recuerdan la montaña rusa? Es momento de abrocharse los cinturones y descubrir los dos cócteles sólidos que presenta. Sí, solidos. El bloody mary y el margarita se mastican en lugar de beberse. "Hacemos una experiencia más amplia para que así puedan ver los cocineros trabajando", explica. Este es el nuevo espacio que han sumado a los otros ya existentes.

"Aquí pasan cosas mágicas", cuenta en referencia a este nuevo espacio, "que es lo que se trata". Para Montoro "es súper importante que podamos proyectar experiencias para el cliente porque lo de comer bien, beber bien y servir bien está claro que ya se da por hecho. Necesitamos que la gente se divierta". Y al planificar el viaje sabían que lo que en Black Tech se pruebe tenía que "evocarnos fantasía". 

El viaje prosigue en Hi Line, el pequeño patio al aire que tiene este local en las afueras de Alicante. Y eso le da pie a otro juego en el que ofrecerá propuestas como comer un minúsculo jardín de setas o encontrarse con el primero de los mar y montaña que ofrecerá en el recorrido.

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El blanco Cocoon Lab es la siguiente parada. Ahí nos encontramos de nuevo con Montoro en la cocina en la que ultima los platos del menú Sentidos. Esta es otra de las cumbres del recorrido, cuatro pases donde juega con combinaciones de sabores que no suenan acertadas y con las que demuestra que funcionan, como la boloñesa de bogavante y sobrasada. O la espectacular carne de Wagyu que se flambea con whisky culmina en un plato con fua.

Tras las intensas emociones es turno de pasar a la Geoda Verde, el único de los espacios que se asemeja a un salón tradicional. Parecería que es turno de reposar, pero en realidad es el lugar donde se descubre que el recorrido aún no ha llegado a la mitad de camino.

En cada una de las etapas invita a que sea uno mismo quien finalice al menos uno de los platos. Ya sea en el flambeado anterior o en el rodaballo al pilpil de sus pieles que se come en dos fases, montando una sopa o acompañando la variedad lágrima de guisante con ortiguilla de mar y con un panecillo recubierto de caviar. Cada plato es una sorpresa en la que busca que el espectador se maraville, y lo consigue, porque Montoro desea que la idea de experiencia sea algo muy real.

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Las vagonetas de la montaña rusa a las que ha subido parece que se detienen con la llegada de la parte final, en la que propone otro cóctel sólido, esta vez una piña colada. Pero en un viaje que arranca tan alto no se conforma con volver al inicio, es el momento de los cócteles, en el que propone que se elija una propuesta de las cinco que ha montado pensando en cada uno de los sentidos. Y así consigue su propósito, que quien venga siempre tenga ganas de repetir al despedirse por todo lo alto de su cocina.