Cuidar la próstata requiere estar atentos a los síntomas que aparecen cuando esta glándula masculina deja de funcionar correctamente. El día europeo de la salud prostática, que se celebra cada 15 de septiembre, pone sobre la mesa la atención a ello. El equipo de expertos de los hospitales Quirónsalud Torrevieja, Valencia y Murcia explica cuáles son estos avisos y las mejores técnicas para remediar los problemas que puedan generarse.
El doctor Sven Petry explica que la próstata es uno de los órganos sexuales internos de los hombres, "se encuentra entre la vejiga urinaria y el suelo pélvico y envuelve el comienzo de la uretra". Como jefe del área de urología del centro torrevejense, señala que su función es la producción del líquido seminal y la eyaculación del mismo.
¿Y por qué hay que prestar atención a ella? Al ser un órgano interno no se es consciente de que tiende a crecer con la edad. Eso, indica Petry, "puede oprimir la uretra y causar problemas para dejar pasar la orina". De hecho, los tres problemas más comunes de próstata son la inflamación (prostatitis), la hiperplasia prostática benigna (HPB), y el cáncer.
Esta enumeración, destaca, no significa que una sea consecuencia de la anterior. "Un cambio no conduce al otro", aclara Petry. "O sea, la HPB no está relacionada con cáncer y no aumenta su riesgo de padecer cáncer de próstata. Sin embargo, los síntomas de HPB y de cáncer de próstata pueden ser semejantes".
Atención a los síntomas
Juan José Monserrat, urólogo en Quirónsalud Valencia, insiste en la importancia de las pruebas de detección. El PSA "permite la detección precoz de esta enfermedad en pacientes sin síntomas". Y eso es clave porque estos solo aparecen "cuando se encuentra en fases avanzadas".
¿Cuáles son esas señales? "Generalmente, se deben a la obstrucción en la salida de la orina provocada por el crecimiento benigno de la próstata", prosigue el doctor Monserrat. Y, "secundariamente, por los cambios que se producen en el músculo de la vejiga, que afectan a su almacenamiento".
Cuando habla de almacenamiento, Monserrat se refiere a cómo afecta al orinar. Es decir, un chorro débil o entrecortado, la sensación de vaciado incompleto y la necesidad de hacer fuerza para completarlo. A estos problemas de obstrucción se añadirían los de almacenaje: urgencia o imperiosidad, aumento de la frecuencia, sobre todo por la noche, e incontinencia.
El láser
El doctor Antonio Romero, urólogo del hospital Quirónsalud Murcia, valora los avances técnicos que "han supuesto un gran avance en el tratamiento quirúrgico de la hipertrofia prostática benigna". Y ahí en particular destaca los beneficios de la técnica del láser porque reducen o extirpan el tejido prostático que impide la correcta micción.
¿Qué láser es más adecuado para cada caso? Según el doctor Romero, "en el caso de próstatas de gran tamaño el tratamiento mediante el láser de holmio ofrece grandes ventajas respecto a la cirugía clásica con incisión abdominal". Este sistema "elimina completamente el componente obstructivo al extirpar todo el tejido prostático despegándolo de la cápsula".
Al tratarse de un láser se consigue reducir el riesgo de sangrado, "sobre todo en pacientes que se encuentran en tratamiento con antiagregantes o anticoagulantes". Este también permite disminuir la estancia hospitalaria, hasta el punto de que "en algunos casos esta cirugía se puede realizar de forma ambulatoria".
El postoperatorio también tiene sus ventajas en este caso ya que no es necesario el mismo tiempo de utilización de sonda urinaria que con la cirugía abierta, indica el doctor Romero. Por eso considera que la "reincorporación del paciente a la vida laboral o actividad habitual se ve favorecida".
La cirugía
Si estas son las ventajas del láser, ¿cuándo es necesario utilizar la cirugía laparoscópica? El doctor Petry explica que "en casi todos los casos de cáncer de próstata o renales la practicamos". Esta, como detalla, "es una técnica quirúrgica mínima invasiva" que se presenta como "alternativa a la cirugía abierta convencional". Su colega, el doctor Romero, valora que "es muy habitual en los servicios quirúrgicos hospitalarios y ha alcanzado un nivel muy elevado en la urología española".
El laparoscopio, una pequeña cámara, se introduce en el abdomen para que se muestren en la pantalla las imágenes de los órganos sobre los que es necesario trabajar. "En vez de hacer grandes incisiones para permitir la introducción las manos del cirujano se insertan tubos cortos y delgados (trócares) en el abdomen, utilizando solamente pequeñas incisiones (inferiores a un centímetro)", indica Petry.
Romero recalca el avance de esta técnica "en cuanto a la disminución y confortabilidad del postoperatorio y menor riesgo de sangrado". Y también subraya que, "como en todo tipo de cirugía, no está exenta de riesgos por lo que la formación y aprendizaje, junto con la experiencia, es fundamental para obtener mejores resultados".