Alicante

Miguel Gómez estaba con su hija, a punto de alcanzar los 2 años, cuando sufrió un ictus isquémico. "Estaba en un centro comercial y se me apagó la luz", recuerda. Este informático de una compañía de seguros de Alicante creía que, entonces, con 43 años, "lo tenía todo controlado" en la vida. Pero la vida casi se le escapa en unos segundos y, al abrir los ojos en el hospital, se dio cuenta de que la boca la tenía como cerrada. Sufre desde entonces afasia, el trastorno del lenguaje que ha llevado a Bruce Willis a retirarse y que se caracteriza por una incapacidad o dificultad para comunicarse mediante el habla, la escritura o la mímica y de la que hoy, 28 de junio, se conmemora su día mundial. 

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Él mismo cuenta su testimonio en un vídeo de la Asociación Daño Cerebral Adquirido de la Provincia de Alicante (ADACE), entidad -nacida en 2004- que viene trabajando con este hombre y con otros asociados para que recuperen la mayor calidad de vida posible. 

Recuerda esta asociación que la afasia "es una de las secuelas más comunes de cualquiera de las causas del Daño Cerebral Adquirido (DCA) como son el ictus, el traumatismo craneoencefálico, el tumor cerebral, hipoxia o anoxia o crisis epilépticas entre otros". De hecho, se estima que más de 350.000 personas sufren afasia derivada del DCA y que, en el 70% de los ictus se ve mermada la capacidad del lenguaje. 

La afasia en boca de Miguel Gómez Emilio Martínez Alicante

Como se aprecia al principio del vídeo, Miguel lleva marcado que su hija, entonces bebé, fuera testigo involuntario del ictus que le sobrevino. "Le dejó una huella muy profunda", confiesa. Sin embargo, de no ser por su mujer, que "se dio prisa con la ambulancia", podría haber muerto ese día. 

Tras estar en coma llegó el despertar físico y el despertar de su nueva realidad. "Fue un momento frustrante porque me podía desplazar pero no podía hablar", revela ante su logopeda, con la que tanto ha trabajado todo este tiempo, subidos ambos a un escenario de un teatro.  

"Quería recuperar el habla a toda costa", agrega. "Iba todos los días al logopeda". Allí tuvo que 'resetear' de nuevo sus habilidades comunicativas; empezando por la memorización ya que no recordaba lo más básico: los nombres de su mujer e hija. 

Falta de empatía

Pero el habla se compone de más partes y Miguel sigue teniendo dificultad con la comprensión, sobre todo en un entorno en el que hay varias personas hablando a la vez como podría ser una cena con amigos. "Me cuesta mucho centrarme en una sola persona", reconoce, por lo que tiene que insistir en que, en esos casos, vayan hablando "de uno en uno". 

La empatía hacia las personas con afasia también se logra con un ingrediente indispensable: la paciencia. Miguel pide que, cuando personas con afasia como él se está expresando, "nos dejen nuestro tiempo, que esperen a lo que tú quieres decir y que no te adelantes a lo que crees que quiere decir el otro". Alto y claro.