Pescadería de un mercado en España. EP.

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Ni merluza ni rodaballo: el mejor pescado rico en proteinas que no puede faltar en tu cena de Nochebuena esta Navidad

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La cena de Nochebuena es una de las tradiciones más queridas y esperadas en los hogares de España, donde los sabores del mar suelen ocupar un lugar destacado en la mesa. Aunque pescados como la merluza, el rodaballo o el salmón se encuentran entre los preferidos en muchas regiones, en Aragón existe una opción que se ha mantenido como un tesoro culinario durante generaciones.

Ser una comunidad de interior no quiere decir que no nos vaya el pescado; es más, España ofrece al año unas 19.000 toneladas de trucha, de las que un 7%, unas 1.200, provienen de viveros situados junto a los ríos aragoneses de alta montaña.

Cuando se habla de pescado para la cena de Nochebuena, la merluza suele liderar las listas de preferencias. Sin embargo, en Aragón, una región sin acceso al mar pero rica en recursos fluviales, la trucha arcoíris se erige como la estrella indiscutible para las celebraciones.

Además, la trucha es rica en proteínas de alta calidad y ácidos grasos omega-3, por lo que es una opción saludable que ayuda a mantener una dieta equilibrada, incluso durante las indulgencias navideñas.

Este pescado no solo tiene un lugar especial en las mesas aragonesas, sino que también simboliza la tradición, la sostenibilidad y la calidad culinaria de la región. Además, Aragón es uno de los principales productores nacionales de trucha arcoíris, un pescado muy valorado por restaurantes y familias.

Cómo hacer trucha para Nochebuena

Elegir trucha para la cena navideña no es casual. Aragón es pionero en el cultivo de este pescado, cuya calidad y sabor se deben a los ríos de alta montaña que atraviesan la región. Esta práctica, que nació en el Monasterio de Piedra en el siglo XIX, ha dado como resultado un producto fresco, nutritivo y sostenible, ideal para sorprender a los comensales con un plato diferente y auténtico en las fiestas.

Ingredientes

  • 2 truchas de ración
  • 4 lonchas de jamón (preferiblemente D.O. Teruel)
  • 200 g de patatas de montaña
  • 200 g de cebolla
  • 4 dientes de ajo
  • Harina
  • Aceite de oliva virgen extra, hebras de azafrán del Jiloca, un chorrito de vino blanco y perejil fresco

Paso 1

Preparación de las truchas: Limpia bien las truchas y saca los filetes, cuidando de retirar las espinas. Si prefieres, puedes pedir en la pescadería que te lo preparen. Reserva los recortes de pescado, que usarás más adelante para hacer un caldo. Coloca una loncha de jamón sobre cada filete de trucha y enróllalo, asegurando que el jamón quede en su interior. Este relleno le dará al plato un sabor característico y una textura jugosa.

Paso 2

Elaboración del caldo de pescado: Con los restos de las truchas, prepara un caldo que será la base para la salsa. Cocina los recortes de pescado en agua con un poco de sal durante unos 15 minutos. Cuela el caldo y resérvalo para más adelante.

Paso 3

Cocción de las truchas: Precalienta el horno a 180ºC y coloca los filetes de trucha en una bandeja con un chorrito de aceite de oliva. Hornea durante 10 minutos aproximadamente, o hasta que la trucha esté cocida y dorada

Paso 4

Preparación de las patatas: Pela las patatas y córtalas en rodajas finas. Saltéalas en una sartén con un poco de aceite de oliva hasta que se doren ligeramente. Reserva las patatas para el montaje final del plato.

Paso 5

Cocina de la salsa y el acompañamiento: En una sartén aparte, estofa la cebolla hasta que esté transparente. Añade una cucharadita de harina y remueve para darle cuerpo a la salsa. Vierte un chorrito de vino blanco y el caldo de pescado reservado, dejando que la mezcla reduzca y se espese ligeramente. Coloca las patatas en la sartén con la salsa y deja que se cocinen a fuego lento durante unos 15 minutos para que absorban el sabor.

Paso 6

Toque final: Para realzar los sabores, prepara una picada con los ajos, perejil, unas hebras de azafrán y si tienes, unos piñones. Añade esta mezcla a la salsa y las patatas, y remueve bien para que los sabores se integren.

La trucha arcoíris tiene una carne suave y delicada que se adapta a diversas preparaciones, desde asados al horno hasta filetes a la plancha o rellenos. Su sabor, más intenso que el de pescados blancos como la merluza, la convierte en una opción especial para las celebraciones.

Las truchas necesitan agua de gran calidad, por lo que los viveros son garantía de la limpieza de los ríos cercanos. En El Grado (Huesca), el vivero de trucha y esturión es un motor económico de primer orden en el río Cinca, así como el vivero de trucha en la localidad de Oliván (Biescas), en el río Gállego.