Por José Luis Cuadrado
El pasado miércoles ante el Real Madrid, el Brose Baskets alemán, un equipo muy respetable pero que no está llamado a liderar el baloncesto europeo en los próximos años, se paseó durante buena parte del choque por la zona blanca como Kilgrave por la Cocina del Infierno. Parecía que una fuerza extraña conminaba a los jugadores madridistas a apartarse de sus rivales y dejarles en camino libre al aro. En el Palacio no apareció Jessica Jones, lo que hubiera sido gratificante, pero raro. Sí, Sergio Rodríguez.
Sobresalió el base de la espesura circundante gracias a su pericia y arrojo innatos. Se erigió en el líder de la remontada ante las bajas y las pájaras de sus compañeros. Le ayudó esta vez Andrés Nocioni. El argentino es de esos deportistas a los que las lesiones sólo les merma el físico, no la determinación. Sus entrenadores dosifican sus apariciones en la cacha y eso hace pensar a los contrarios en una comparecencia sin amenazas. Ya se buscaran ellos el sitio, muchas veces el más lejano y esquinado, donde mortificar a los rivales. Y en defensa siempre tienen recursos para un codito aquí o una caderita allá. Cancheros, se les llama.
Con un recorrido competitivo lleno de sobresaltos –la última sacudida se la dio el Baskonia el domingo en Liga– viaja el Real Madrid a la pista del CSKA. El moscovita es uno de esos equipos llamados a barrer en las fases previas a la Final Four, donde suele caer con estrepito. Es esencialmente un equipo pinturero: gallo en octubre, avestruz en mayo. Esta temporada sólo ha perdido dos partidos en Euroliga. Hace un par de meses contra Unicaja y el primer partido del Top-16 ante sus paisanos del Khimki. Andaluces y rusos nos muestran el camino: atrás, dominio del rebote, agresividad y anticipación; rapidez y precisión en ataque, y limitar los estragos que puedan causar Teodosic y De Colo. Dos bases que sacan lo mejor de su repertorio cuando los marcadores se aprietan.
El Real Madrid está falto de esta clase de jugadores. Unos porque no están, otros porque, aunque presentes, no acaban de cumplir con las expectativas. El encuentro y el periodo del campeonato en que nos encontramos no exigen a los bruñidos y musculados superhéroes de las películas de la Marvel. Es hora de los hombres del buen pasar. Ya se ganaran los títulos cuando llegue su tiempo. No hace falta volar. Sólo, como dice Jessica Jones, saltar mucho e intentar aterrizar con algo de estilo.