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El esnobismo del arte, con fondos públicos

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Por Marta Teixidó

El arte contemporáneo en sus diversas vertientes, tiene ejemplos museísticos en toda España. El Reina Sofía en Madrid o el Guggenheim de Bilbao son los más representativos a nivel estatal. En Barcelona existe el MACBA, unas siglas de dominante sonoridad que quieren representar el exponencial del conceptualismo, el minimalismo y otros ismos surgidos de artistas emergentes, englobados todos bajo el concepto contemporáneo; es decir, actual, presente.

Antes de continuar con el artículo, bueno es definir los conceptos básicos, el resto irán viniendo según las exposiciones, en los que se centra el MACBA; Arte conceptual y minimalista.

El libro La Historia del Arte de J.F. Ràfols es un buen asesor al respecto. Empecemos por Minimal Art:

El término Minimal Art lo puso de moda en 1965 Richard Wollheim en un artículo en la revista Art Magazine. También es conocido como arte reduccionista, Cool Art, ABC art, etc., y se caracteriza por la reducción de las formas a estados mínimos de orden y complejidad, tanto en su morfología como en su significado o percepción. La obra minimal personifica estados de máximo orden con los mínimos medios; niega la posibilidad de establecer relaciones entre las distintas partes y afirma que la obra constituye un todo indivisible…

A continuación la definición de Arte Conceptual:

Bajo el término arte conceptual están agrupadas aquellas prácticas y manifestaciones que han conllevado un desplazamiento de objeto hacia la idea o, por lo menos, hacia la concepción. Se presta más atención a la teoría y se desentiende la obra como objeto físico. Abandona los medios tradicionales y se sirve de cualquier otro elemento. Se apropia de nuevos modos productivos de comunicación vinculándose a los nuevos medios. Es decir que su investigación está en la mitad del camino entre los conceptos artísticos tradicionales y la teoría de los nuevos medios

En ambas acepciones hay un nexo común: el relativismo. Todo puede valer y de hecho en la muestra Colección Macba 31 es un claro exponente de ello. Con un total de 85 piezas expuestas, representan los veinte años de la colección, que cuenta con un total de 5.000 obras.

Hans Haacke, Piero Manzoni, Àngels Ribé, Muntadas, Cildo Meireles, Joan Jonas, Esther Ferrer, Hans-Peter Feldmann, Krzysztof Wodiczko,Marcel Broodthaers, Octavi Comeron, Harun Farocki, Vito Acconci, Gordon Matta-Clark, Benito, Dan Graham y David Lamelas, etc., son algunos de los 50 artistas que exhiben sus creaciones. En realidad, no los conoce ni Dios, ni sus nombres llegan al gran público, ni llegaran jamás. El hecho de tener una pieza en esta colección no significa que su carrera artística se desarrolle en plenitud ni que haya compradores para sus obras a nivel privado, ni por supuesto lleguen a tener algún día cotización en el mercado. Pero nuestros impuestos sirven para mantener un estatus esnob para quienes trabajan en esta institución y les permiten adquirir obras de dudosa validez.

La exposición –también este término debería analizarse– se estructura en tres ámbitos: experiencia, tiempo y conflicto. Y una vez recorridos los mismos, se llega a la conclusión que todo el arte expuesto crítica al sistema, protesta contra el poder establecido, cuestionan el mundo actual, sus dirigentes y sus poderes fácticos, los conflictos existentes... pero lo hacen amparados por el paraguas institucional, es decir, por el poder, ya que fuera del mismo, fuera del Papá Estado, el mensaje no llega… ni crea la más mínima atención.

Otro de los ámbitos que observé en la mayoría de obras expuestas es el tremendo impacto de la publicidad, algo que percibí en Patrim-2016 que exhibió la Fundació Vila Casas. Son instalaciones o creaciones que se basan en una estética de golpe visual y captar la atención en fracciones de segundos, no exentas de publicidad subliminal. Estos artistas carecen de imaginación propia y sacan sus fuentes de anuncios, sea en medios audiovisuales o en papel, por lo que su aportación a la creación artística es escasa. Están sujetos a unas reglas tecnificadas, donde la imagen y la inmediatez imponen su dictadora. No dan lugar a la contemplación, sino a la crítica, al simbolismo, conllevando con ello la pérdida de la sublimación de la belleza y la creatividad.

También merece destacarse el público asistente: mayoritariamente joven, menor de 30 años –creo que la más veterana era yo– y sus rostros denotaban buena parte de escepticismo e incomprensión, pero les molaba, les ponía, se sentían identificados con la estética, pero ni entendían el mensaje, ni tampoco ponían interés en ello

Una muestra para reflexionar sobre la pérdida de creatividad en sí misma, como consecuencia de la anulación del espíritu crítico que permite discernir la profundidad el alma de las actuaciones del artista como ser humano.

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