Por Ángel Zurita Hinojal
En este sinvivir que es la actualidad batueca ha pasado sin mayor interés ni trascendencia una noticia que me parece que sí los merece por paradigmática de lo que padecemos en otros ámbitos, en otros terrenos de juego.
Aludo a la de principios de la última semana octobrina que, en enunciado, a mi juicio, tajante revela que en 2010, la Federación Española de Fútbol (FEF) desvió (eufemismo para esquinar la línea recta de decir que no aplicó a su destino naturalmente predeterminado) 220.000 euros concedidos por el Consejo Superior de Deportes (CSD) para la implantación de escuelas (dos o 22 no importa en el titular) de fútbol en Haití. En lógica administrativa, seis años después, el CSP ha requerido el reintegro de dicha cantidad que la FEF habría aplicado a otros fines (cualquier cosa que signifique ese segundo eufemismo).
En mi opinión, lo significativo es: han transcurrido seis años, ha habido más que negligencia de una parte (FEF) y de la otra (CSD) y a más a más (al cataláunico modo lo escribo) escarnio, por haberse desatendido lo que no admitía inatención, agravado por ser niños de un país en estado de máxima necesidad los directamente afectados.
Cierto que el CSD pide la devolución, pero ¿Qué pasa con los intereses, con el beneficio frustrado, con la endogamia que llena de mugre a muchos deportes (federaciones deportivas) y con las responsabilidades penales que se soslayan con tanta frecuencia?