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Dicen que su suerte está echada y perdida

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Por Víctor Llano

Dicen que ya nada será igual, que murió el papel y que el entretenimiento venció por goleada a la información en la madre de todas las redes, que su fracaso crece al mismo ritmo que los exámenes, que son muchos y muy extensos los temas que ni les interesan ni aprenderán, que su instituto es el de una mala película mil veces repetida, que los que puedan tendrán que hacer un máster carísimo que les llevará de la nada al vacío, que su futuro no sobrevivirá al fin de semana, que no quieren ser héroes, que por no querer no quieren ni votar.

Dicen que prefieren arriesgarse a morir en un botellón en Coslada antes que soñar que viajan a Nueva York, que su suerte está echada y perdida no saben dónde, que no quieren contestar lo que nadie les preguntó, que no sin motivo sospechan de todo, que hablamos por ellos, que están pero no los ven, que no los conocen, que no van ni vienen, que ignoran qué esperan ni por qué.

Dicen que saben que cambiarán pero no para mejor, que ya no les duermen con cuentos, que no les quieren libres, que están solos y no les importa, que para qué bajar si nada nuevo les espera al final de la escalera, que su barrio es un desierto de arena.
Dicen que no esperemos por ellos, que perdamos toda esperanza, que no pagarán nuestras pensiones, que no sabrán cuidarnos, que nos quieren, sí, pero que también eso será relativo, que son así, que es lo que hay, que para qué engañarse. Dicen que saben que se equivocan pero no más que nosotros, que antes de escucharlas ya les aburren nuestras coplas, que nuestras películas son muy lentas, que lo de Malasaña no es más que una trola y que la movida no existió.

Dicen que lo que importa y sufrimos se lo ocultamos, que sin éxito intentamos engañarlos, que ya saben que no podremos salvarlos de las trampas, que el pasado murió y el futuro ya pasó. Dicen que si Dios existiera estaría tan lejos qué para qué preguntarse por él, que vale, que sí, que tal vez esa chica o ese chico llenarían su vacío, pero no por mucho tiempo, que con los ocho años que no volverán ya vivieron lo mejor, que seguirán creciendo sin saber cómo ni para qué.

Sí, lo sé, no todos lo dicen, ni siquiera todos los que lo dicen lo piensan, pero muchos sí, y ya no les valen nuestras cien mentiras, tendremos que inventar otras. ¿Sabremos? ¿Nos dará tiempo? ¿Las creerán? Lo dudo. Son más duros que nosotros. Más sinceros.

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