Donald Trump y su hija Ivanka.

Donald Trump y su hija Ivanka. CARLO ALLEGRI Thomson Reuters

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Trump y los católicos

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Por Pedro Peral

Entre las paradojas en que ha incurrido el presidente electo de los EE.UU., Donald Trump encontramos que es un hombre que no frecuenta la iglesia y que, sin embargo, se erige en defensor de la libertad religiosa.

En su campaña presidencial, ha querido marcar sus diferencias con Hillary Clinton situándose frente a las imposiciones sobre instituciones católicas dictadas por la Administración Obama y que seguirían bajo Clinton, cuya política sanitaria obliga a toda empresa –incluidas las organizaciones benéficas, escuelas, hospitales y otras organizaciones religiosas sin ánimo de lucro– a proporcionar a sus empleados un seguro médico que incluya el aborto y la esterilización femenina. Señalemos un caso real y aberrante discutido en la Corte Suprema: las Hermanitas de los Pobres fueron obligadas a pagar el aborto a sus trabajadoras. Trump manifestó que “daría absoluta certeza a que órdenes religiosas como las Hermanitas de los Pobres y no serían hostigadas por el gobierno federal a causa de sus creencias religiosas”.

En un típico gesto electoral para congraciarse con votantes católicos, Trump escribió a primeros de octubre una carta a los líderes católicos reunidos en Denver. En ella anunciaba su compromiso de apoyar la libertad religiosa, las causas pro-vida y la libertad de enseñanza. “Soy, y seguiré siendo, pro-vida. Defenderé vuestras libertades religiosas y el derecho a una completa y libre práctica de vuestra religión, tanto para los individuos, como para los propietarios de negocios y para las instituciones académicas”.

En el ámbito escolar, aclaraba que protegería la libertad de elección de escuela y el derecho a la educación en casa. Respecto al Tribunal Supremo, proponía nombrar jueces “que interpreten estrictamente la Constitución y no legislen desde el estrado”.

No mencionaba otros temas en los que su postura choca con las defendidas por la Santa Sede y los obispos norteamericanos: inmigración, lucha contra el cambio climático, criminalidad, políticas contra la pobreza, limitación de las armas de fuego, etc. Hay ahí temas muy polémicos en los que pueden saltar chispas. Ya hubo fricciones con el Papa Francisco, al que Trump criticó a propósito de los inmigrantes.

En nombre de la Conferencia de Obispos Católicos, su presidente, el arzobispo Joseph F. Kurtz de Louisville, dijo en un comunicado que “desean trabajar con el presiente electo Trump en la protección de la vida humana desde su origen más vulnerable a su fin natural”. Al mismo tiempo, señaló otro campo, la inmigración, donde hay menos convergencia. “Estamos firmemente decididos a que nuestros hermanos y hermanas inmigrantes y refugiados sean acogidos con humanidad, sin comprometer nuestra seguridad”.

Entre los líderes de otras organizaciones católicas ha habido reacciones variadas. En general, los líderes pro-vida se muestran contentos con los resultados electorales. Jeanne Mancini, presidenta de March for Life, ha dicho: “Estamos encantados de que los resultados de la elección reflejen un consenso pro-vida en la Cámara, el Senado y la presidencia”.

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