El Siglo de Oro Español fue un momento de gran creatividad en nuestro país. Los dominios del imperio iban más allá de la puesta del sol. Felipe II y las guerras en Flandes dieron origen a un dicho muy popular y actual:
-Disparar (o tirar) con pólvora del Rey.
El origen es la utilización de bienes o recursos, siempre y cuando que no sean propios, para algo cuyo beneficio tiene poco o nada para la comunidad. El sueldo recibido por los soldados debía de servir también para subvencionar la propia pólvora -caso de los arcabuceros- o bien la manutención de las monturas de la caballería. Los soldados se guardaban mucho de disparar sin tener una objetivo seguro. La propia Corona proporcionaba pólvora de sus almacenes o polvorines de artillería en algunas batallas o asedios. En esos casos se disparaba con mayor alegría, ya que se utilizaba "pólvora del Rey".
Estamos en la segunda decena del siglo XXI -21 para las víctimas de la LOGSE-. Ahora tanto Flandes, como los Países Bajos, que es la actual Holanda, son amigos y compañeros de viaje en la Unión de Europea. A veces tenemos nuestras diferencias con ellos en deportes o eventos musicales, pero nos llevamos bastante bien. ¿Quién no recuerda a Johan Cruyff, por ejemplo? Sin embargo, la pólvora es ahora de la grey, de los ciudadanos.
Los representantes políticos de España tienen una puntería bastante mejorable, especialmente a la hora de disponer de nuestro dinero para sus intereses. Tenemos 17 Comunidades y dos ciudades Autónomas con sus respectivos parlamentos; sumemos las Cortes Generales, formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado. Los comicios tienen lugar cada cuatro años como máximo, aunque por determinadas circunstancias de pérdida de confianza, pueden ocurrir con una frecuencia menor. En dichas elecciones se presentan unos candidatos, encabezando formaciones políticas, con unos programas de gobierno. Dejaré de considerar si unos son acertados u otros parecen obra del mismísimo diablo: en este hermoso país cabe todo o casi todo.
Se inflaron unos gritando los gastos superfluos, los chollos y gabelas que disponían partidos antiguos; prometieron una mejor gestión del gasto social, olvidando de cómo conseguir recaudación para dichos menesteres. Quizá, dada su trayectoria dentro del ambiente universitario, con un mundo bastante alejado de la realidad, desconocen el origen del dinero público, que suele ser la clase media de la sociedad. Es decir, esos dineros crecen en negocios, no florecen de ningún arbusto cultivado en las aceras, sea comible o fumable.
El Ayuntamiento de Madrid, gobernado por algo muy próximo a Podemos y gracias al apoyo del PSOE, ha realizado una convocatoria electoral a la ciudadanía del municipio. El aparato publicitario sembró autobuses, marquesinas de las paradas, incluso medios de comunicación, con anuncios para fomentar la participación. Uno de sus componentes alegaba que era barata dicha inserción publicitaria en los medios de transporte, porque supondría pagarse "a ellos mismos". Es decir, la sustitución de un anunciante, que paga el espacio y el tiempo de su anuncio, no ha supuesto una merma de ingresos al insertar la publicidad municipal. Entonces, ¿cómo va a explicar la disminución de ingresos por ese medio? ¿Caerá una lluvia de euros del techo del autobús?
Se comenta el coste algo superior al millón de euros. Hagamos memoria: 166 millones de pesetas y un poquito más. Eso sin contar la vigilancia de las urnas durante las noches de los días electorales -hubo cuatro jornadas para emitir el voto-, los días de recuento -casi una semana- y, menos mal, se conocieron los resultados: una participación de 212.108 personas. Haciendo la cuenta de la vieja, cada voto nos ha costado a 5 euros, aproximadamente.
Los votantes, el censo elaborado al efecto, podían ser ora personas empadronadas en el distrito, ora trabajadores de esa zona. Las preguntas estaban elaboradas con mucha dirección a la respuesta. ¿A quién no le gusta que mejoren las aceras de una calle? Los distritos tenían también reservadas preguntas para esas zonas en concreto. Una de ellas era cambiar el nombre al Parque de Felipe VI, en Valdebebas, por Parque Forestal de Valdebebas, que alcanzó la aprobación con 2.528 votos a favor; esto es, menos del 1% del censo electoral.
El jardín de sus competencias se hace pequeño a esta suerte de dirigentes municipales. Sometieron a votación la implantación de un billete único de transporte. Es decir, Cercanías de Renfe, Metro y Autobuses con el mismo título para viajar. Si la competencia de Renfe es del Estado; Metro de Madrid de la Comunidad; EMT -que son los autobuses- es municipal... al aeropuerto Adolfo Madrid-Barajas, será anexionado antes del verano.
Convocar pseudo comicios, consultas o elecciones de dudosa legalidad es más serio que las votaciones de una Comunidad de Okupas. Cuatro años, cuatro, son los tiempos para someter programas... en lugar de tirar con pólvora de la grey ciudadana.