El artículo 113 de la Constitución dice: “El Congreso de los Diputados puede exigir la responsabilidad política del Gobierno mediante la adopción por mayoría absoluta de la moción de censura. La moción de censura deberá ser propuesta al menos por la décima parte de los Diputados, y habrá de incluir un candidato a la Presidencia del Gobierno”. Y el artículo siguiente sigue diciendo: “Si el Congreso adopta una moción de censura, el Gobierno presentará su dimisión al Rey y el candidato incluido en aquélla se entenderá investido de la confianza de la Cámara a los efectos previstos en el artículo 99. El Rey le nombrará Presidente del Gobierno”.
Así indicado, la moción de censura de Podemos y sus aliados más que tener la intención de derribar el Gobierno -es impensable su éxito-tiene la idea de forzar la situación en el PSOE, obligarle a elegir entre el Partido Popular y Podemos, en su lucha por el liderazgo de la izquierda en España. Por tanto, lo que se va a vislumbrar es si Podemos consigue arrebatar al PSOE la primacía de la izquierda y convertirse en una alternativa real de Gobierno, y no el posible éxito o no de una moción de censura ya de origen fracasada con la aritmética parlamentaria, pero que puede ser exitosa dependiendo tanto de la situación económica como de los distintos casos de corrupción que vayan aflorando en nuestros partidos tradicionales.
Ello nos lleva a que Podemos quiere forzar al PSOE a elegir entre más izquierda y una posición más centrada, a sabiendas que en este primer movimiento el socialismo no puede apoyar a Podemos para que su candidato sea el futuro presidente del Gobierno, pero, en cambio, deberá explicar a sus votantes la razón de permitir que el Partido Popular siga gobernado, partiendo de que fruto de esa explicación, más pragmática que ideológica, necesita calar en un electorado desencantado, y que muchas veces al electorado se le gana más con lo visceral que con lo racional.
Por ello no es tan importante el resultado de la moción de censura, sino el desarrollo de la misma y la posterior evolución del socialismo, cuya máxima aspiración a día de hoy no puede ser otra que demostrar que la oposición que realizan al Gobierno es más eficaz que la de Podemos y que, llegado el caso, siguen siendo la alternativa a la izquierda del Partido Popular, más allá del extremismo de Podemos.