Varios agentes antidisturbios de la Policía en una operación

Varios agentes antidisturbios de la Policía en una operación EFE

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Funcionarios de tercera

Pablo Cambronero Piqueras
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Miles de chavales y no tan chavales se preparan año tras año para superar las pruebas para el ingreso en el Cuerpo Nacional de Policía. Pruebas físicas, psicotécnicas, médicas, ortográficas y de conocimientos que han de ser superadas para poder llegar a optar a un puesto del grupo C en la función pública española.

Y no sólo eso, siempre hay una prueba que por mucho que la preparen, acuden sin garantías: la entrevista personal. Son años enteros de preparación con plena dedicación los que exige esta oposición, con sacrificios personales y familiares.

¿A qué aspiran?Pues a formarse en las artes policiales de seguridad ciudadana: policía científica, policía judicial, manejo de armas, uso racional y proporcionado de la fuerza y sobre todo en la vertiente jurídica de todos esos procedimientos y desempeños.

La realidad a la salida de Ávila es algo más desconcertante. Muy probablemente pasarán a prestar servicio en una ciudad extraña y en los destinos menos atractivos, que son los disponibles para ellos. De repente se darán de bruces con una realidad que dista años luz de lo prometido en la academia. Verán casi inmediatamente que sus vidas valen poco más de 1.500€ al mes, que intentar ser el azote del crimen les provocará muchísimos dolores de cabeza y no pocas noches sin dormir.

Verán con desesperación que les tocará implorar medios de auto protección que creían vinculados a sus funciones, y que otros funcionarios dedicados a lo mismo casi les doblan el salario solo por prestar servicio en las Comunidades Autónomas privilegiadas presupuestariamente.

Quizás en el periodo de prácticas de estos funcionarios debería haber una materia que hablara de la realidad de una institución que, a pesar de ser la mejor valorada por la ciudadanía, es sistemáticamente maltratada por sus responsables políticos y lo peor: el poder judicial.

En cada uno de los cientos de procedimientos judiciales en los que les tocará intervenir rápidamente serán conscientes de que su actuación de segundos será analizada con actitud marcadamente crítica horas, días, meses y hasta años después por juristas que disponen de tiempo, conocimientos y medios para hacerlo.

Hoy la última hornada de opositores celebra con efusividad su entrada en la función pública, ojalá a su salida de Ávila la realidad a la que se enfrenten no sea la que hoy describo.

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