Rosario Flores: “Tras la muerte de mi madre y Antonio nunca me traté con un psicólogo, pero la música me curó muchísimo”
- La cantante actuó por primera vez en la sala Morrocco de Madrid, su sueño de llegar lejos en la música ha estado limitado por la fama familiar.
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Dice Rosario que quien no la haya visto en directo no la conoce, porque ahí es donde ella explota. Para cantar, bailar y moverse como una palmera bajo el huracán, se reserva. Huye del aire acondicionado ("me tienen que conocer en las aerolíneas porque soy la que más se queja"); tras cada concierto pide silencio, horas de sueño; y hace ejercicio para sujetar el peso del escenario.
Nació queriendo ser artista, y tuvo que demostrar que lo era detrás de su padre, Antonio González el Pescadilla; detrás de Lola Flores; después de Lolita; después de Antonio. Eso era mucho demostrar, pero un día de sus 27 años salió a escena en la sala Morocco de Madrid y hasta su hermano se sorprendió de la electricidad: "Me dijo 'Rosario, ¿qué te ha pasado, tía? ¿Te has vuelto loca o qué?'".
A partir de ahí, el mundo. Su sueño se estaba cumpliendo, componía a medias con su hermano. "Era mi cómplice, mi amigo, mi amor, ¡y mi compositor!", explica, tenía juventud y fuerza. Y la estadística que rige la suerte se disparató: perdió a su madre y a su hermano con 15 días de diferencia: "Yo muchas veces me preguntó qué me pasó, porque nunca me traté con un psicólogo, pero creo que la música me curó".
Se levantó para cantarle a su hermano y labrar una carrera que tiene una sucursal más arriba."Yo creo que Antonio me mandó Qué bonito del cielo", dice la cantante. Llegará un momento en que se vaya lejos de todo, al campo con su huerto y sus nietos, pero de momento Rosario quiere marcha, rumba, jaleo bueno. Por eso ha grabado con sus colegas Universo de ley (Universal Music), y hoy lo cuenta con alegría serena, con la hondura de los supervivientes.
Pregunta.– Le acompañan en este Universo de ley Alejandro Sanz, Sebastián Yatra, Maná, Gipsy Kings, Ketama, Carlinhos Brown, Fito Páez, Niña Pastori, Carlos Vives, Estopa, Malú, Mon Laferte, Natalia Lafourcade y Diego El Cigala. Son grandes artistas, pero también amigos. ¿Escoger de quién se rodea es una de las leyes de su universo?
Respuesta.– Es una ley de mi Universo de ley ser de ley. Por eso quería que en este disco estuvieran los artistas que a mí me han inspirado y que, de alguna manera, han estado en mi trayectoria musical. No quería coger a gente que está ahora muy petada, quería ser de verdad. Lo he querido llamar Universo de ley para que sea infinito, para que nunca acabe.
P.– Homenajea sobre todo su comienzo, los tres primeros discos. En los dos primeros compuso las letras con Antonio. También por eso es especial, ¿no?
R.– Sí, hay canciones aquí que quizá la gente ni recuerde, como Yo te daré, Ese beso, Escucha, primo, Sabor, sabor… Hay todo un ramillete escritas por mi hermano que son maravillosas y que me han dado tanto… Y quería que la gente lo recordara.
P.– He leído que No dudaría la escribió Antonio con 18 añitos, recién llegado de la mili.
R.– Sí, fue a la mili y la escribió porque él era muy antiarmas, antiguerra… Era paz, amor… Mi hermano era un ser con una cabeza especial y eso le dolía muchísimo. Sacó No dudaría yo creo para sacarse todo ese sufrimiento que él vivió allí. Me dijo que se había imaginado un hombre que viene de la guerra, y que al volver nunca más dudaría en volver a reír, y en escarmentar de la experiencia.
P.– Se proyectó ahí.
R.– Se proyectó ahí. Y, mira, todavía sus canciones siguen vivas, tanto las que me escribió a mí como las que hizo para él, porque lo bueno dura para siempre. Para mantener a la gente tienes que tener magia y autenticidad, porque si no las cosas se diluyen. Y yo estoy muy orgullosa de haberme mantenido durante 33 años, mucho más de lo que yo imaginaba. Yo quería ser artista desde muy pequeña, pero era muy popular, la gente me exigía y no me podía equivocar.
P.– Se presentó al mundo en la sala Morocco, y ese día pensó 'tengo que darlo todo, no puedo estar nerviosa, porque esta es mi única oportunidad'.
R.– Nunca lo olvidaré. La sala Morocco me dio todo lo que estaba esperando cuando presenté De ley. Subí siendo Rosarillo (que era como me llamaban en la prensa, mi madre nos hizo muy famosos porque era otra época, y salíamos mucho en las revistas), saqué la energía que tengo, y bajé siendo Rosario. Mi hermano me dijo 'Rosario, ¿qué te ha pasado, tía? ¿Te has vuelto loca o qué?'.
P.– ¿Puede ser esta la estrategia definitiva para no sentir pánico escénico? ¿No permitírselo?
R.– Sí. De pequeña me daban ataques y todo. Cuando era pequeñita mi madre decía '¿qué le pasa a la niña?' (ríe) porque era muy nerviosa y con mucha energía. Luego comprendí que la tenía para el escenario. Hay muchísima gente que le preguntas '¿tú has visto a Rosario en directo?' y te dicen que sí, pero no han ido a verme en concierto. Y si no vienen a verme no me conocen. No me podéis perder en un escenario si os gusto.
P.– No quiso que en su presentación estuviera su madre, para que no la eclipsara.
R.– Sí, y a mi madre le dolió, como madre, pero me comprendió, porque era una persona muy inteligente y sabía que era verdad lo que le decía. Le dije 'mamá, es que si vienes me va a costar muchísimo más'. Por eso cuando sacaron el Gato en la radio fue la primera vez en España que no se decía quién cantaba, y una vez que gustó entonces ya se dijo.
P.– Siempre ha contado que sus ángeles, sus padres y su hermano, van donde usted vaya.
R.– Siempre.
P.– Desde luego no le hace falta la Inteligencia Artificial para traerlos a su corazón, pero ¿le impresionó mucho ver a su madre recreada por esta herramienta?
R.– Hombre, impresiona, sí. Impresiona porque tú eres su hija y ves cosas que no son… La Inteligencia Artificial es artificial, cosa que me da mucho miedo porque no sé en qué mundo nos metemos. Yo me retiraré al campo, haré un huerto y tendré mis gallinas y mis nietos. La vida que viene me asusta, pero me imagino que es por la generación que he vivido. Cuando era joven la gente mayor también le parecía un horror lo que estábamos viviendo. Pero espero que la evolución vaya hacia la paz, el amor y el respeto a la tierra.
P.– "Soy yo, pero en esta época", decía su madre de usted. ¿En qué gesto se mira y dice "sí que soy ella, caramba"?
R.– Mi madre era genial y para parecerse a ella, puf… Pero todo lo que tengo de ella, bienvenido sea. Creo que tengo su vitalidad, lo que quiero a mi profesión, lo responsable que soy. Como madre creo que soy muy parecida a ella, casi igualita, en cuanto a cariño, a ser amiga, a que no me tengan miedo… En mi casa no había miedo, no había castigos, podías ser tú para lo bueno y para lo malo. A mis hijos los tengo muy juntitos y son muy amigos míos, amigos de madre, con respeto. Y todo lo que venga de mis padres, bienvenido: si tengo un poco del ritmo de mi padre y un poco de la energía de mi madre, ya con eso tengo bastante. Mi padre era muy gracioso porque me decía '¿tú por qué te pones Rosario Flores, si eres Rosario González?'. Y yo le decía 'hombre, papá, porque el Flores tiene más fuerza'. Y me contestaba 'ah, muy bien, y encima cantáis todas mis cosas' (risas).
P.– Siempre he pensado que Cómo quieres, que en este disco canta con Yatra, era una canción de desamor romántico, pero no, ¿verdad? Se la canta a ellos, tras perderlos. Cómo quieres que te quiera si no estás aquí...
R.– Sí, fue una canción no de rabia, porque no era rabia, pero sí de desconsuelo. A mí me pasó algo muy fuerte, que fue perder a mi madre y, a los 15 días, a Antonio. Mi hermano y yo nos llevábamos dos años, sus amigos eran mis amigos, su mundo era mi mundo, era mi cómplice, mi amigo, mi amor, ¡y mi compositor! Creo que hacíamos una sola energía. Muchas veces pienso en él y digo 'todas las cosas que hubiera hecho en la música'. Hizo tres discos suyos y dos míos, y fíjate el legado que dejó. Cuando él se fue con 33 años nos creíamos que éramos mayores y que habíamos hecho muchas cosas, y ahora que ha pasado tanto tiempo pienso que se fue en el momento de empezar su vida. Tengo el consuelo de haber hecho Qué bonito, y creo que se me recordará por esa canción.
P.– ¡Sabiendo un acorde sólo!
R.– Sabiendo un acorde sólo. Yo soy muy buena para melodías y letras, pero no tocaba la guitarra, y cuando se fue mi hermano empecé a tocarla un poquito y me salió Qué bonito. Yo creo que me la mandó del cielo, porque tiene una magia que cada vez que la canto hay algo en el ambiente súper especial…
P.– Es un ejemplo de lucha, de salir adelante. ¿Qué le puede decir a personas que atraviesen un momento doloroso de pérdida?
R.– Cuando te pasan cosas así es una metamorfosis en el cuerpo y la mente… Yo muchas veces me preguntó qué me pasó a mí, porque nunca me traté con un psicólogo, pero yo creo que la música me curó muchísimo. A los dos meses empecé a cantar, que me costaba muchísimo, cantaba y me iba a llorar al camerino, pero la música me salvó. Sobrevivimos mi hermana y yo a toda esa desgracia. Y ahora me siento orgullosa de mi vida, y agradecida. He tenido una vida preciosa, me ha dado un marido y unos hijos preciosos, y el amor del público.
P.– La vida y Almódovar, porque durante el rodaje de Hable con ella conoció a su marido, Pedro Lazaga…
R.– ¡Sí, Almódovar! Que se lo tengo que agradecer siempre. Cuando me preguntaban en la promoción qué era lo mejor de la película yo me callaba y decía 'ay, si supieran que me ha dado el amor de mi vida…'.
P.– Ahora se va de gira.
R.– Sí, empiezo el 20 de febrero en Zaragoza. Voy a hacer un show maravilloso, un repaso por toda mi carrera. Cuando estoy de gira es cuando estoy mejor, ya se convierte en algo físico que hago todos los días y me pongo muy fuerte.
P.– Se la ve en forma.
R.– Siempre he sido deportista, no mucho porque siempre he sido muy fuerte de constitución. No me mato a hacer gimnasia, pero necesito estar en forma.
P.– De su padre dice siempre que era el gitano más moderno que había. No llegó a conocer a su gran amor, a su marido y el padre de su hijo. ¿Le hubiera costado aceptar que no fuera gitano, o para nada?
R.– No, para nada, para nada. Mi padre conoció a Guillermo Furiase, que tuvo dos hijos con mi hermana. En mi casa los gitanos era el arte, las leyes ya son otra cosa. Mi padre era un gitano muy moderno, todos los gitanos lo escuchan ahora y lloran con él… Está mucho más reconocido ahora que cuando estaba vivo.
P.– ¿Sigue habiendo racismo hoy día? ¿Una persona como Rosario lo recibe?
R.– Yo en mis carnes he sufrido cosas de pequeñita, pero en mi casa nunca me marcaron nada como mujer ni por raza. En el colegio sí me decían 'gitana', pero no me dolía mucho porque para mí 'gitana' era un orgullo. Pero son cosas pequeñitas, nunca he sufrido acoso por racismo, aunque claro que he visto que lo hay y me parece una locura que todavía pueda existir.