Albert Rivera tras finalizar su discurso en la moción de censura. Efe
Las encuestas de intención de voto realizadas en época estival a tres años de las próximas elecciones generales, (dios mediante), hablan de una gran subida de intención de voto de Ciudadanos.
Y es que el tiempo es un juez implacable. Al igual que condena duramente la política circo escenificada por Podemos, premia con fuertes subidas electorales a aquellos que han procurado que haya Gobierno para poder reclamar los cambios imprescindibles para los ciudadanos. No es más que un concepto que comienza a hacerse fuerte en la política española: el sentido común.
Cierto es que Ciudadanos tiene la suerte de contar con un líder que se proyecta como la figura capaz de elevar el nivel de las políticas de centro por encima del extremismo que ha gobernado España desde la transición, pero no es menos cierto que su liderazgo se apoya en firmes puntales que hacen su labor más sencilla y vistosa.
El partido naranja se ha estructurado plenamente a nivel central, autonómico, provincial y local. De ello es responsable entre otros muchos su secretario de Organización (Hervías), que ha tenido, tiene y tendrá la ingrata labor de lidiar con los egos, las luchas de poder, las incoherencias ideológicas y otras muchas situaciones que tiene que controlar para garantizar que el partido continúe por la senda moderada y progresista que actualmente defiende en solitario.
Con el portavoz del Congreso a la cabeza (Girauta), muchos y muy buenos portavoces en todas las cámaras en las que prestan su labor ponen la voz a las bases y al ideario votado y establecido por su militancia.
Albert Rivera es el líder que es, además de por sus evidentes capacidades, por la encomiable labor de cientos de personas que trabajan duro, muchas veces a la sombra de los focos. En Ciudadanos han sabido que trabajar en equipo divide el trabajo y multiplica los resultados, y en ello están.