Ha llegado tan lejos la Generalitat de Cataluña que estaríamos ante un verdadero milagro si diera marcha atrás en su proyecto independentista. Por su parte, las distintas instituciones del Estado no pueden desmarcarse del ordenamiento jurídico, desde la Constitución al resto de la legislación. El enfrentamiento se mantendrá tras el 1-0.
El Govern catalán no sólo está plenamente inmerso en la ilegalidad, sino que alardea de sus incumplimientos. Se ha instalado en un mundo irreal, dotado de una larga historia grosera y universalmente manipulada. La voluntad y el sentimiento se imponen sobra la razón. En este escenario, prender la mecha de la huelga entre los estudiantes, excitar a los antisistema, sobredimensionar las carencias conduce fácil e inexorablemente a la sustitución del debate por la algarada callejera. El Gobierno catalán ha alcanzado el más alto grado de vileza e indignidad cuando alumnos, docentes y padres contrarios al proces son acusados y discriminados por no apoyar las protestas del referéndum de hoy.
España es plural lo que no excluye su singular unidad; no es una unidad continua, sino una unidad orgánica y armónica. Como se ha escrito recientemente, el separatismo es un auténtico suicidio porque rompe los cauces por los que se comunica entre los distintos territorios españoles un gran caudal económico, cultural y religioso acumulado por la comunidad en su unidad geográfica e histórica.
La Generalitat no ha conseguido ni el más mínimo apoyo exterior a pesar de sus embajadas en el extranjero, y se ha visto ninguneado reiteradamente por los más altos representantes de la UE.
A estos reveses se han sumado destacados personajes como Eduardo Mendoza, premio Cervantes, para quien el referéndum propuesto es "un proceso descarrilado". Juan Marsé dice que "es rigurosamente incompatible con un Estado de Derecho". Para Joan Botella, catedrático de la Universidad de Barcelona, no existe "una validación internacional; no se dan las circunstancias de colonización o dominación”.
Todo ello no ha mermado la resolución de Puigdemont: está dispuesto a desobedecer cualquier orden de los tribunales. Mantiene que la legislación que prima ahora en Cataluña es la que se aprobó en el Parlament la pasada semana, y que sólo se debe “respetar la decisión del pueblo”, en una nueva muestra del populismo al que se ha abrazado la Generalitat.
“Todo está preparado”, insiste Puigdemont. Para mañana pide "colas ordenadas". "La imagen que damos a la comunidad internacional es fundamental. Buscamos el efecto de colas gigantes a las 9 de la mañana y durante todo el día", Y recalca que el 1-O "no es una manifestación sino una cola gigante. La fotografía de millones de personas haciendo cola con la papeleta en la mano será espectacular. Nos hemos de preparar para pasar horas en la cola, hay que ir equipados: comida, bebida, paraguas, sillas para la gente mayor...".
Las espadas -la ley y la calle- están en alto. Punto y seguido.