Tras la pérdida del genio físico teórico, astrofísico, cosmólogo y divulgador científico británico Stephen Hawking se abre un "agujero negro" en el campo de la teorización del origen del Universo. Sus estudios han mostrado hipótesis tangibles del primer y más importante misterio de la existencia: el origen, funcionamiento y fin del universo.
No son pocas las ocasiones en las que las grandes gestas intelectuales nacen de personas que sufren situaciones extremas. Horribles enfermedades, soledad, sufrimientos difíciles de soportar que empujan a quienes los padecen a decidir entre resignarse u ocupar su mente en cotas a las que jamás se enfrentarían con una vida rutinaria y “de felicidad estandarizada”.
Si analizamos al detalle las vidas privadas de los grandes genios de la historia de la humanidad podemos llegar a conclusiones sorprendentes. La vida de muchos de los que han marcado sus nombres en los libros de texto ha sido complicada, hasta extremos inverosímiles. Por poner el ejemplo más reciente, Hawking ha sufrido una enfermedad degenerativa (ELA) que le ha mantenido atado a una silla de ruedas 55 años. Una enfermedad que le ha hecho soportar horribles dolores y una absoluta dependencia para cualquier actividad cotidiana.
No hay publicación de autoayuda que no profetice que es en los peores momentos en los que las personas se reinventan para conseguir hitos que antes ni soñaban. Lo cierto es que hay muchos nombres que no aparecen en los libros de texto, entre ellos, (desgraciadamente mayoría), se sitúan aquellos que se rindieron al sufrimiento y la desesperanza, que desaparecieron en la soledad de su calvario personal sin gloria, sin gestas, sin nada que recordar.
Puesto que los homenajes a estos súper humanos se suceden en todos los ámbitos, sirva esta pequeña y discreta pieza para recordar a aquellos que se hundieron en la desesperanza de su desgracia, que no fueron capaces de superarla y no lograron desarrollar el potencial que sus psiques guardaban.