Después de unas semanas marcadas por la información revelada por eldiario.es, en cumplimiento de una de las premisas del periodismo, que es informar sobre el uso, y abuso, del poder. Los detalles en torno al presunto máster de Derecho Autonómico cursado por Cristina Cifuentes en la URJC, en 2012, se han ido sucediendo, cada uno más escandaloso que el anterior, desde que el pasado veintiuno de marzo irrumpiera, con estruendo, como primera noticia de la actualidad política.
Su ruido enmarcó el inicio de la convención del PP en Sevilla, con una imagen que será recordada para la historia política nacional, a través del abrazo dado por Rajoy a la presidenta de la Comunidad de Madrid, en una imagen que parecía diseñada para ser enfatizada por la banda sonora de “El Padrino”, exactamente cuando el personaje de Michael Corleone, besa a su hermano Fredo antes de ordenar su muerte.
En el lluvioso primer de fin de semana de abril en España, todo el mundo parece tener certidumbre sobre el futuro de la señora Cifuentes, desde los propios de sus filas, a sus rivales políticos e, incluso, los neutros de posicionamientos, salvo, curiosamente, la sucesora de Esperanza Aguirre al frente del PP de Madrid, quien según ha desvelado su entorno más próximo, están sorprendidos de las escasas llamadas recibidas por medios periodísticos, lo que, sin duda, desvela la falta de interés sobre los detalles de su propia versión, ante lo inapelable de los hechos objetivos conocidos, que son los siguientes.
Cifuentes se matriculó en un master impartido y programado por la Universidad Rey Juan Carlos el veintiuno de diciembre de 2011, cuando las clases habían comenzado tres meses antes (22/09/11), y seis meses después de que hubiera finalizado el plazo de inscripción habilitado para él, desde el tres de mayo al treinta de junio de 2011. Con una prueba de acceso marcada para el periodo del uno al once de julio del mismo año, sin evidencias de que la presidenta de la Comunidad de Madrid la realizara, como sí tuvieron que hacer el resto de alumnos que se interesaron por ese master.
La lideresa regional del PP de Madrid anhelaba conseguir este master para presentar, y obtener, su tesis doctoral, pero, a través de sus propias manifestaciones públicas, contravino otro requisito, ya que dijo haber llegado a un acuerdo con los responsables de la URJC, para ser flexibles con los horarios de asistencia a clases, incumpliendo otro precepto legal, según exigencias del Ministerio de Educación, que es asistir al 80% de las clases de los masters de forma presencial.
El enroque de la señora Cifuentes tiene como argumento la exhibición del acta de haberlo superado por parte de la URJC, pero de las tres firmas que lo suscribían, dos han sido reveladas por sus autoras, como falsas. Tanto la presidenta del tribunal, Alicia López de los Mozos, como la profesora Clara Souto han declarado que ellas no firmaron dicho acta.
El director del master, Enrique Álvarez Conde, declaró, en rueda de prensa, que reconstruyó el acta del supuesto examen de Cifuentes, a recomendación y sugerencia del rector de la URJC, Javier Ramos, y que lo realizó a lo largo de tres horas del día veintiuno de marzo del 2018, en la misma jornada en que fue publicada la información periodística que desveló este caso.
El seis de abril, el propio rector de la URJC manifestó en comparecencia pública ante los medios de comunicación que “no hay prueba de que exista el TFM (trabajo fin de master) de Cifuentes, ni de que lo defendiera”, llegando a alegar en ‘plan coloquial’ “que no hay ni rastro del master de Cifuentes en la URJC”.
Cómo tantas veces en la vida, la realidad es terca, y sus hechos, más allá de cualquier opción o manifestación, son los que son.
Un master es un título de postgrado que debería acreditar la meritocracia y esfuerzo de sus candidatos, cumpliendo con las normas publicadas en torno a él, sin ninguna matización, sea en cuanto al horario lectivo, su número de horas, la exigencia de sus pruebas y el contraste de cualquier otro requisito. Sin chanchulleos y con ejemplaridad.
La señora Cifuentes ya tiene su abrazo con Mariano Rajoy, igual que lo tuvieron Esperanza Aguirre, Pedro Antonio Sánchez, José Manuel Soria o Francisco Camps, y quizás debería ya empezar a recoger sus enseres personales del despacho presidencial de la Antigua Casa de Correos, frente al kilometro cero que parte de la Puerta del Sol de Madrid. La parte buena de ello es que a partir de ahora dispondrá de mucho más tiempo libre y podrá cumplir con las exigencias de las clases presenciales de cualquier master que le apetezca afrontar, dentro del catalogo de cualquier universidad y no solo de la URJC de la que, curiosamente, formó parte de su Consejo de Administración entre 1996 y 2000 …¡cosas del destino!.