Tengo que reconocer que no fui con un gran entusiasmo a ver esta película, ya que si bien me gusta el tenis y el duelo marcó un hito en este deporte, reconozco que normalmente la plasmación cinematográfica de este tipo de historias, sobre personajes que conocemos muy bien y que se dedican a una actividad que ningún actor podrá ni acercarse a emular, no suele resultar muy convincente, en un subgénero fílmico, el de deportes, que aun contando con algunos ejemplos sobresalientes, normalmente se suele mover entre el maniqueísmo, el efectismo y una finalidad meramente comercial y de corte superficial.
Pero no, nada más lejos de la realidad, creo que asistimos a una especie de hito, ya que sobre un acontecimiento deportivo superlativo y muy popular, se ha articulado una obra casi de arte y ensayo, introspectiva, puro cine de autor que podría haber firmado el mismísimo Haneke, y que lejos de ceñirse al ámbito deportivo, conforma un retrato psicológico, y a veces casi metáfísico, de dos personalidades que se enfrentan a sí mismas, a un pasado que les ha hecho ser como son y a un duelo entre ellos que trasciende la propia disputa tenística.
Pero aun así, aunque la película apuesta por el retrato psicológico, lo hace sin menoscabo de ser fiel a una ambientación, a multitud de detalles y a la época en que se desarrolla. Absolutamente todo está cuidado con exquisitez, incluido lo más difícil, que son los propios partidos de tenis, mostrados aquí de una manera más que convincente.
Por lo que respecta a los dos actores protagonistas, ambos están muy bien, Shia LeBeouf está extraordinario en su recreación de John McEnroe, y Sverrir Gudnason, no es que esté bien, es que se convierte en Bjorn Borg, resultando casi imposible distinguirlo del original, una creación actoral asombrosa. Siendo esto destacado, aun llama más la decisión de la película respecto a la mayor atención al personaje de Bjorn Borg (acompañado por un espléndido Stellen Skarsgard en el papel de su entrenador) , frente al de McEnroe que a priori parecería mostrar un mayor atractivo, pero que aparece más como contrapunto del primero, que con entidad propia. Esto siendo arriesgado, ya que pone el foco en la parte más introvertida y menos mediática de la pareja, marca un estilo más dirigido a la psicología de los personajes y además resulta congruente con una producción que al fin y al cabo es sueca.
Por último, y a pesar del tono de frialdad que se apodera del film durante buena parte de su metraje, no podemos dejar de reseñar la emotividad de una parte final, la referida a la conclusión del partido que es el leit motiv de la historia, y un posterior y casual encuentro entre los protagonistas, que es mostrado con autenticidad y emoción.
Sin duda un film interesante, que va más allá de lo esperado, que rompe esquemas de lo que uno espera ver, y que más allá del drama deportivo dirige el foco a un relato psicológico de personajes extremos y volcánicos en sus caracteres, y apasionantes y apasionados en todo lo demás.