El Valle de los Caídos.

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El Valle de los Caídos como distracción

Mario Martín Lucas
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Actualizada

El once de mayo de 2017 el Congreso de los diputados del Parlamento de España aprobó, por 198 votos a favor, 140 abstenciones y 1 voto en contra, la exhumación de Francisco Franco del Valle de los Caídos; las abstenciones fueron protagonizadas por el PP y ERC, con un único voto en contra de una integrante popular, por error.

Todo ello enmarcado por un informe de la ONU, firmado por su grupo de trabajo sobre desapariciones forzadas que, en base a una visita realizada en 2013, recomendó a España retirar esos restos y convertir el lugar en un museo de la memoria y la reconciliación, lo cual ha ido reclamando desde entonces de forma anual.

Por aquel tiempo el inquilino del palacio de La Moncloa era Mariano Rajoy, apoyado puntualmente, entre otros, por Ciudadanos, bajo el liderazgo de Albert Rivera. Dieciocho meses después de aquello, un Gobierno sustentado, tan sólo, en 84 diputados, ha utilizado la forma del Decreto Ley para abordar el traslado de los restos del dictador fuera de "Cuelgamuros".

¿Qué ha sucedido, de entonces para acá, para que la formación liderada por Albert Rivera, se oponga ahora a la exhumación? ¿Por qué el presidente del PP, Pablo Casado, pasa a la beligerancia total desde la abstención de su formación hace unos pocos meses?

Quizás las respuestas tengan su origen en el mismo punto en el que Pedro Sánchez descarta el acuerdo mayoritario con todas las formaciones parlamentarias sobre un hecho ya votado en el Congreso, por tanto, con posiciones conocidas, sin ninguna oposición a ello y con solo dos absteniéndose (PP y ERC).

Las curiosidades respecto a este asunto son reiteradas, tanto como el hecho de que los dos presidentes anteriores del Gobierno que formaron parte del PSOE, no abordaran este tema, ni siquiera contando con 202 diputados en el Parlamento, como tuvo Felipe Gonzalez, ni tampoco José Luis Rodriguez Zapatero con 169 escaños, para sí hacerlo ahora Pedro Sánchez con un menor apoyo en la Cámara del palacio de la Carrera de San Jerónimo.

La moción de censura constructiva presentada por Pedro Sánchez, cumplió su objetivo primigenio y logró pasar página de Mariano Rajoy, lo cual, tras siete años de "marianismo", se había convertido en más que necesario, corrupción aparte. Pero situados en la posición del hoy, no se avanza en corregir los peores efectos de la política de aquel, con una reforma que modificó el mercado laboral en España a ritmo de ERE’s destrozando el presente y el futuro a miles de trabajadores, imponiendo una devaluación salarial trufada de recortes, enterrando más de 77.000 millones de euros en un rescate bancario irrecuperable, mientras se hacía uso de una amnistía fiscal con demasiados beneficiados entre sus próximos, disparando la desigualdad a limites antes desconocidos.

Lo que haya que hacer con el Valle de los Caídos y la memoria histórica en España debería realizarse sustentado en una mayoría significativa en el Congreso y no por la vía del "Decreto Ley", ya que hacerlo por éste camino es condenarlo a que pueda ser puesto en entredicho, sin garantía de permanencia, y ello no es lo mismo que realizar el cambio del periodista que presenta el telediario, que siempre estará sujeto al Gobierno de turno.

Casi cuarenta y tres años después de la muerte de Franco, las filas de visitantes han vuelto a formar largas esperas a la entrada del Valle de los Caídos y algo que parecía languidecer, consecuencia del paso del tiempo, ha sido vuelto a ponerse de actualidad, olvidando que nunca desde el pasado se construye un nuevo futuro.

La mayoría de quienes hoy se sientan en el Parlamento de España no habían nacido en noviembre de 1975 o eran unos niños entonces, pero sí participaron en la votación de mayo de 2017 en la que se aprobó la exhumación de Francisco Franco, donde solo hubo un voto en contra por un error, aplíquese el sentido común, constrúyase un respaldo sólido en torno a ello, sin prisas, ni oportunismo, y actúese eludiendo los excesos de gestos de unos y otros, evitando caer en el diagnóstico de Groucho Marx: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados".

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