En España no tenemos una Democracia, tenemos una Partitocracia, y este sistema nos está poco a poco empobreciendo económica y culturalmente.
Democracia significa que es el pueblo quien elige a sus gobernantes y que hay una división real entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Tambien significa que se garantiza una representación real de la voluntad del pueblo. En España esto no sucede. En España tenemos un sistema degenerado de la democracia llamado Partitocracia. En la Partitocracia el pueblo solo elige a los partidos políticos, pero luego son estos los que eligen los 4 poderes: el ejecutivo, legislativo, judicial y mediático.
Por otro lado, el sistema de representación en este sistema está viciado. El Congreso de los Diputados, máximo órgano de representación del pueblo español, no está configurado para representar la diversidad social e ideológica del pueblo, sino solo para representar trozos del territorio. El sistema electoral no obliga a que los partidos tengan que tener un mínimo de implementación a nivel nacional, sino justo lo contrario, favorece el ingreso de partidos cuyo caladero principal de votos está concentrado en una región en particular (Cataluña, País Vasco, Canarias, Valencia, Teruel...).
¿Qué supone este sistema para España?
En primer lugar, un país sin una verdadera división de los 4 poderes fomenta la corrupción (principal problema nacional). Cuando hablo de corrupción no me refiero sólo a aceptar sobres de dinero, sino a tener un cuerpo de servidores públicos que son elegidos no por sus méritos o capacidades, sino por intereses personales o de un determinado grupo. No se puede construir una nación fuerte y resiliente ante los retos del mañana sin un sistema de poderes balanceado y donde prime el mérito y el esfuerzo.
En segundo lugar, nos hacen creer que los problemas reales de los españoles no son comunes (el paro, la corrupción, el elevado gasto público y consecuentes impuestos altos, una sanidad y educación con suficientes recursos...), sino que son exclusivos de cada región por separado. Dada la cada vez mayor presencia de partidos regionales, el prisma de estos problemas se tiende a ver desde el identitarismo (Cataluña vs Estado, País Vasco vs el Estado, incluso ahora también Madrid vs el Estado). El riesgo de esto ya lo estamos viendo. Los problemas reales de los españoles quedan aparcados y de lo único de lo que se discute es sobre a qué administración echar la culpa.
En tercer lugar, nos hacen creer que cuanta mayor fragmentación de partidos mayor es la representación de la sociedad. Cuando a una región se le debe de presuponer la misma diversidad social e ideológica que cualquier otra, precisamente que el sistema electoral promueva la creación de partidos regionales, crea la necesidad de estos partidos de promover estandarizaciones y simplificaciones sociales como única forma de justificar su existencia (mi región es diferente a la tuya). Por tanto, con este sistema electoral, el efecto es justo el contrario, cada vez tendemos a un mayor empobrecimiento cultural y social.
En cuarto lugar, con esta enorme fragmentación (no verdaderamente representativa de la diversidad ideológica y social) se dificulta enormemente el consenso y llegar a pactos. Por tanto, ya estamos viendo con frustración el bloqueo constante.
En conclusión, confio en en se haya entendido el enorme perjuicio que supone tener un sistema de Partitocracia. Si queremos hacer de España un país verdaderamente diverso en lo social y cultural, con empresas preparadas para los retos del mañana, con trabajadores con condiciones dignas o familias que puedan avanzar sin miedo al futuro, tenemos que promover un sistema electoral de listas abiertas, con solo partidos de implementación nacional y una verdadera separación entre la política y el resto de poderes.
Por tanto, sólo con un sistema verdaderamente democrático, podremos empezar a poner el foco en los problemas reales y con personas realmente preparadas y dispuestas a servir al bien común.