Algunas personas, por el motivo que sea, producen más rechazo que entusiasmo entre la mayoría de la gente. Es algo conocido en todos los ámbitos de la vida. Si vamos a la política, como es el caso de las tres citadas en el título, Cayetana Álvarez de Toledo, con independencia de que tenga o no tenga méritos para el desempeño de esa indispensable función, se encuentra entre quienes concitan rechazo. Hay algo repelente en su personalidad, quizá una altivez de carácter con raíces en su antañón y laureado linaje familiar que la hace aparecer como antipática ante amplios sectores.
Lo diré claramente: creo que cesarla como portavoz del PP en el Congreso fue un acierto, pues por ese bolsillo roto se le escapaban votos al partido.
La sustituyó Cuca Gamarra. Esta mujer recibió y sigue recibiendo descalificaciones que llegan al insulto por parte de ciertos medios de prensa. Sin embargo, desarrolla discretamente su labor. Fue un acierto su nombramiento.
La tercera mujer es Isabel Díaz Ayuso, de quien se ha repetido hasta el empacho que es el principal activo del partido. En este caso es evidente que tienen razón los mismos que desvarían respecto a las presuntas virtudes de Cayetana y la presunta incapacidad de Cuca. Al contrario de Cayetana, Ayuso posee el don de llegar a estratos emocionales profundos de muchos votantes de derechas. Concita un desbordante entusiasmo entre esos electores por su personalidad, por su forma de hacer y decir.
Ayuso llenó el zurrón de papeletas en Madrid para un PP que, a nivel nacional, andaba alicaído. Ahora, con la llegada de Feijóo, y sin olvidar a Isabel, todo lleva a pensar que los populares van a hacer honor a su nombre.