Se podría decir que el orden constitucional del 78 es el granjero contra el que hay que rebelarse, ellos se unen y forman su batalla. Aún recuerdo al querido príncipe Felipe desfilando en el estadio que se construyó en Barcelona, con el dinero de todos los españoles, en las olimpiadas del 92. Todos los españoles nos enorgullecíamos de que portara la bandera de España, sí, porque este país se llama España. Las televisiones se entusiasmaron en cuanto apareció por la pista de atletismo.
Se trata de correr más que nadie, de escapar, se trata de irse de la granja, de España. Aún recuerdo los tiempos más complicados de la pandemia, salían militares en las ruedas de prensa mientras los animales eran paseados por las calles. ¡Cuánto miedo a la rebelión había entonces! A mí me entraba un poco de temor en esas ruedas de prensa. Firmes.
La situación del independentismo no ha cambiado en nada con la llegada al poder de Pedro Sánchez y sus socios de Gobierno. Es un chicle sin solución. Un problema enquistado en la nación española. La mesa de negociación ni existió ni existe. Se sacaron de la cárcel (injustamente para los presos que tienen que cumplir sus condenas cuando el Gobierno no se mete por medio en el Poder Judicial) a los golpistas.
Menos mal que surgen ahora inhabilitaciones, pues ya sería el colmo tener a Junqueras de presidente de la autonomía catalana. Al menos hay un cierto orden, y la rebelión no es total.
Los delitos se han eliminado, simplemente no se reconoce el intento de ruptura del golpe de estado Catalán. Menos mal que con la ley del “sí es sí” los jueces actúan en base a la ley, por mucho que se les tilde de machistas. La justicia funciona entonces en España cuando realmente debe de funcionar y no interviene el gobierno. ¿Hay separación de poderes? Cabe pensar que Pedro Sánchez pretende unirlos todos. Tenemos un tribunal Constitucional con su mayoría controlada por el gobierno con exministros socialistas, lo mismo que pasó con la exministra que ostentó el cargo de Fiscal General del Estado.
Parece paradójico que desde la radio, no merece la pena mencionarla, a eso ha derivado el medio de la propaganda que da cabida a Pablo Iglesias, una vez cumplida su misión de destrucción del Estado español, intente también eliminar la libertad de prensa, no merece la pena mencionar los despropósitos e insultos vertidos contra el director del Español.
Esa es la función de este rebelde, la función de llevar la voz cantante en sus medios, así que en cierto modo no ha salido del Gobierno, por mucho que Yolanda Díaz fuera su sucesora e intente dirigir su verdadero discurso. ¡Qué le vamos a hacer!, en la rebelión en la granja no todos los animales sabían cómo escapar o llegar al puesto de un nuevo granjero, de una nueva constitución.
Es una pena que ahora la alcaldesa de Barcelona no dé la mano al rey Felipe. ¡Dónde quedó el entusiasmo de los catalanes presentes en el estadio olímpico que aplaudían la bandera de España que portaba! Muchos le siguen aplaudiendo, los que la TV3 y el régimen nacionalista no han conseguido manipular.
¡Qué razón tenía Orson Wellses!