Un guía marroquí explica a Sánchez y a su familia detalles de la ciudad de Marrakech.

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El hombre de la parpusa

Eduardo Moreno
Publicada

Me sorprendió encontrarle. Andaba el Pichi con la parpusa paseando al atardecer por la Plaza del Xemaá El Fna, como si esperara parecer tan incógnito como el personaje central de "El invisible" del último relato de Elías Canetti en Las voces de Marrakesh.

Luego creí verle en La Medina, ante un bazar de especias y frente a otro de artículos de piel. Acababa de pasar, creo, por el zaguán de los cordeleros. Se paró ante un hombre sentado en medio de su mercancía. "Nunca se sabe lo que costarán las cosas, ni están marcadas con los precios, ni estos permanecerán estables", dice Canetti.

Cuando observas un objeto y preguntas por él la conclusión del hombre es una exhibición de memoria o de olfato de vendedor. Tu aspecto personal, el movimiento de tus ojos sobre la mercancía determinan con seguridad la cifra de la oferta. Dentro de dos minutos y ante otro visitante, la cantidad puede ser otra. Depende de la observación del vendedor o, incluso, del día de la semana o de la hora del día. La cifra es casi cuántica. Está claro que el de la parpusa ha venido aquí a aprender. Aprender a negociar, a regatear a ponerle precio a las cosas.

Marrakech, la Medina, es una buena escuela. Ellos se sientan a esperar sin prisas aparentes. Entre la oferta se mezclan mercancías del taller próximo que se encuentra a la vista junto con morralla de dudosa procedencia. Hay incluso objetos (cinturones, bolsos y otros artículos de piel) que llevan marcas comerciales occidentales en sus hebillas o sus escudos de identificación. Falsificaciones o de partidas defectuosas.

También está aprendiendo a alargar la negociación hasta una generosa eternidad que ponga a su oponente a las puertas del abandono y la rendición. Hay en la ceremonia de la venta un último personaje, en los bazares más grandes, que está sentado en un rincón y al que el vendedor acude a consultar respetuosamente sobre el precio al que se ha llegado durante el trasiego; "una especie de autoridad espiritual en materia de precios" nos dice Canetti.

Es como la justificación para ceder ante una oferta que pareciera ruinosa. No hablará. Sólo un gesto ambiguo. "Como él no ha participado en el regateo, nadie pierde la cara". No cabe duda, la Medina es la escuela para cualquier "cambio de opinión".

Para justificar la falta de información en este viaje, se ha dado en decir que se trata de un viaje privado. Como si un presidente del Gobierno de cualquier lugar en el mundo tuviera capacidad para viajar privadamente a un país extranjero con el que se tienen relaciones complejas y delicadas. Un Presidente puede tener vida íntima; pero no privada. Es cansina la manipulación informativa a que nos tiene sometidos La Moncloa. Una información para siervos crédulos y vicepresidentas ignaras que sólo son el eco de Narciso.

¿Qué se ha pagado, el viaje de avión desde Tenerife? No cambia nada. Mejor dicho, cambia las reglas del juego en plena partida: todavía representa a España aunque sea en funciones. ¿Todo lo demás son regalos, incluidos los veinte guardaespaldas marroquíes? ¿Cómo un Presidente del Gobierno puede recibir regalos de un país extranjero en su actividad "privada"?

Cuando yo era niño se contaba un chiste sobre la Fiscalía de Tasas del franquismo: Un hombre tiene una pequeña explotación de cerdos; llega el inspector de la fiscalía, le pregunta sobre su negocio y, cuando no encuentra motivo para imponerle nuevas tasas, le pregunta qué da de comer a sus cerdos. Entonces el hombre, muy satisfecho, le cuenta que mezcla un "salvao" de trigo y cebada con grano de maíz… ¡Alto!, le interrumpe el inspector, "conque trigo y cebada y grano…". "Voy a ponerle una tasa de cien pesetas por usar alimentos que pueden elaborarse para consumo humano". Así al año siguiente y al otro con diversas dietas. Finalmente, un año, a la pregunta "¿Y qué les da de comer a sus cerdos?", responde: "¿Yo? ¡Nada! ¡Cada semana les doy un duro a cada uno y comen por su cuenta!"

Pues eso. Como no saben cómo explicar el uso del Falcon o el de recursos públicos para una reunión de la Internacional Socialista o mil cosas más, como no pueden explicar qué hace el Presidente de paseo en tierra ajena, ahora nos dicen que al Presidente "le damos vacaciones dos semanas y come por su cuenta". Burdo. Deberían ir todos a hacer el doctorado a la Medina de Marrakech. La escuela del engaño.

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