España es para nuestro presidente en funciones un concepto laxo y sui generis donde cabe cualquier cosa que beneficie su persona y circunstancias.
Primero decide a su entender, luego arbitra una campaña de desinformación a través de sus medios acólitos, para finalmente llevar a cabo sus designios pese a quien pese y cueste lo que cueste.
Para ello siempre toca retorcer los estómagos de los españoles de segunda, que somos todos, menos aquellos que cuentan con pedigrí identitario gracias a la constitución que tanto aborrecen.
Los socialistas elegidos por Murcia, Segovia o Cantabria que son diputados sin pedigrí, pondrán las dos orejas, mejillas y el rabo al servicio de su santidad don Sánchez para votar en el Congreso lo que este señor ordene y mande; que con el honor, la dignidad y el sentido común no se come.
El indulto ha sabido a poco; la amnistía, sin embargo, suena a música celestial para cualquier oído progresista. El primer trago siempre cuesta un poco, pero al tercero uno se acostumbra y todo le parece poco por el bien de su patraña. Perdón, quise decir patria.