El candidato libertario Javier Milei fue elegido por el voto soberano del pueblo como presidente de Argentina.
En el país, existen familias de clase media cuyos integrantes comen sólo una vez al día.
Cuando me refiero a clase media, aludo a una familia tipo con dos trabajos medianamente remunerados, representando un total de ingresos aproximados entre 450 y 700€ entre ambos.
Pero, si bien el costo de la comida fue uno de los factores desencadenantes del hartazgo social, ello se complementa y se agrava con un tema ríspido, preocupante y dramático, como lo es la inseguridad.
Existe una política criminal denominada "abolicionismo", la cual, en síntesis, sostiene que el individuo que delinque, así lo realiza porque la sociedad lo excluyó.
Sí, señores lectores, leyeron bien.
Para esa política criminal, la culpa que ese delincuente mate para robar un móvil es de nosotros, los que trabajamos, producimos, estudiamos y nos capacitamos o cuidamos a nuestra familia, transitando la vida con honestidad y respeto al prójimo.
Y ello estaría fundamentado porque los ciudadanos de bien excluiríamos de la sociedad a un violador, a un homicida o a un abusador de menores.
Por esa razón, nuestra policía está atada de pies y manos.
Si un uniformado le toca una uña a un delincuente armado, no sólo acabará su carrera, sino que será penalmente recriminado por cumplir con su labor, como la de cuidar a los ciudadanos honestos.
Los escupen, los apedrean, los insultan, pero ellos no pueden responder los agravios.
Es obvio que el delincuente posee más derecho que los uniformados y, por ende, más derechos que el ciudadano de bien.
Todo eso cansó. La ciudadanía se hartó. Dijo basta.
En época de pandemia, las cárceles se abrieron para los violadores y delincuentes de la peor calaña, quienes salieron en libertad y, hasta hoy, permanecen libres.
La sociedad de bien vive entre rejas, mientras que los delincuentes se pasean por la calle, y cuidado con "estigmatizarlos".
Ellos saben que poseen impunidad, por eso en las cárceles el voto mayoritario lo fue al populismo saliente.
Otros ingresan de países limítrofes para delinquir.
Preguntará:
¿Por qué lo hace si nada les impide ser delincuentes en su país?
Delinquen en Argentina porque saben y conocen que las sanciones son nulas o laxas.
Si roban y los atrapan, entran por una puerta y salen por la otra, tal y como se lo denomina: la "puerta giratoria".
El ciudadano se hartó. Dijo basta. Hasta aquí llegaron.
Nuestras Fuerzas Armadas, Ejército, Armada y Fuerza Aérea conformadas por hombres y mujeres con profunda vocación patriótica y que decidieron vestir un uniforme que nos honra como argentinos, se los estigmatiza y demoniza de manera recurrente, percibiendo salarios deplorables, una dejadez e indiferencia del Estado para capacitar a sus hombres, modernizar los equipamientos, darles mejor calidad de vida mientras que se encuentran en funciones, con armamento y rodados muchas veces obsoletos propensos a generar accidentes mortales.
Pero su amor por Argentina es tan profundo que estos soldados de la patria nunca pierden su fe.
Eso es maltrato institucional, ultrajante y perverso.
Este cambio de gobierno viene a oxigenar a una sociedad cansada de respirar humo tóxico.
Todos los que amamos el país y que deseamos un gobierno representativo, republicano y federal nos merecemos un cambio de actitud del gobernante hacia con el ciudadano.
La palabra es "empatía".
Necesitamos que los gobernantes empaticen con el pueblo.
Necesitamos que los aproximadamente 170 impuestos que abonamos nos brinden una reciprocidad mínima, como la de salir a trabajar y que no nos maten o nos acuchillen en la vía pública para robarnos; no encontrarnos con fronteras cerradas al libre comercio; que podamos conseguir medicinas oncológicas que hoy no llegan al país por las restricciones, o que la mayoría de la población no pueda comer lo que les apetezca, lo cual hoy es imposible dado que la carne, verduras como otros alimentos de primera necesidad, aumentan a precios exorbitantes producto de la inflación galopante, por lo cual un importante segmento de la población no accede a su compra.
Dios ilumine a los futuros gobernantes para que posean esa empatía hacia con los más necesitados y que con su trabajo arduo para y por la patria logren erradicar de plano las políticas nefastas que dejaron a los argentinos en un 40% de pobreza, indigencia y marginalidad.