Cinco minutos más. Diez si es lunes, están permitidos. Muchos más los sábados, los domingos, los días de fiesta. Apartarse el pelo de la cara, frotarse los ojos una vez, otra. Aún es de noche, no ha amanecido, el despertador aplazado por quinta vez, hay que salir de la cárcel de las sábanas. Arrancar, ponerse en marcha, dar un salto. Mejor si es con café.
Mejor si es con café o, al menos, creyendo que está preparado, listo para tomar. Dejar a un lado los despertares ruidosos, la melodía favorita que se acaba por odiar e incluso el boletín de las 6:00. Cambiar los sonidos por olores. Por el café recién hecho, el croissant. Despertar sonriendo, madrugar sin que duela.
SensorWake funciona con cápsulas. No es diferente a un despertador normal: marca la hora, tiene alarma y pueden verse los números en la oscuridad. Pero va más allá: un híbrido entre despertador y cafetera moderna, un gadget para despertarse oliendo a café. Incluye una ranura donde insertar la cápsula elegida: ¿a qué vamos a oler mañana al amanecer?. SensorWake reproduce olores a la hora que tú decidas, del olor que tú decidas. Si a los tres minutos de emisión del olor aún roncas: también hay música. No se admiten excusas, no se admite el sueño, no vale quedarse dormido.
No sólo café, también chocolate, croissant o melocotón. También dinero, para los que quieran despertarse pensando en que trabajar es una buena opción para la recompensa a final de mes. Cada cápsula, cada olor, tiene hasta sesenta días de duración. Sesenta días o sesenta usos porque pueden cambiarse tanto como se quiera. Hoy café, mañana dinero, el sábado chocolate. Y churros en familia para completar la jugada perfecta al despertar.
SensorWake era una idea e Internet lo convirtió en realidad. Guillaume Rolland, su creador, inició una campaña en Kickstarter buscando la financiación colectiva. Funcionó. Convenció a más de 1.500 personas que querían cambiar su manera de despertar cada mañana. Más de mil personas que lograron que la campaña recaudase 192.453 euros y el olor a mar por las mañanas se hiciese realidad, sin importar en qué parte del mundo abras los ojos.
El despertador ya es una realidad. A través de su página web puede pre-comprarse y llegará a las mesitas de noche a partir de junio. Su venta oficial está prevista para noviembre de 2016, disponible para todo aquel que crea que despertar lejos del mar oliendo a mar no es ya algo imposible. SensorWake cuesta 99 dólares en la página de la marca e incluye una cápsula de olor. Los modos de despertar también tienen precio: en la tienda oficial pueden comprarse packs de cápsulas de olores. Cada una, treinta despertares. Cada pack, dos cápsulas y 10,90 dólares.
El café no está en la mesa pero sí al despertar, recién hecho. A solas. O el café solo, pero en compañía. Suficiente para frotarse los ojos, sobrevivir al lunes, sonreír y repetir a gritos, otra vez, eso de “¡Buenos días, princesa! He soñado toda la noche contigo...” y que madrugar merece la pena cuando es algo voluntario.