Cada año Fundación Affinity publica un estudio sobre abandono y adopción de animales de compañía que es algo así como una versión perri-gatuna del Estado de la Nación, un estudio –que podéis consultar íntegro en su web que busca aclarar porqué se abandona a tantísimos perros y gatos en nuestro país para, obviamente, tratar de frenar esa dramática situación que nos convierte en líderes en abandono en la UE.
En 2015, las protectoras recogieron a 104.501 perros y a 33.330 gatos. No todos son abandonados, claro, ahí también se contabilizan los animales perdidos: de esos 137.000 animales, menos de la mitad fueron adoptados, un 19% volvieron con sus familias gracias al microchip, un 14% sigue en la protectora y un 10% fue sacrificado.
¿La mala noticia? Pues que esas cifras son hasta amables, la realidad es peor, mucho peor.
Los datos de Fundación Affinity son la principal referencia para los que trabajan en protección animal pero no ofrecen una foto completa: sólo incorporan información de aquellas asociaciones que deciden contestar a sus cuestionarios y dejan fuera a infinidad de perreras, pequeñas protectoras, etc. Dejan fuera a los muchos animales que mueren atropellados o que son sacrificados sin más, como los galgos cuando ya no sirven para la caza, a los que son recogidos por particulares…
Desde ANAA, la Asociación Nacional de Amigos de los Animales calculan que la cifra real de abandonos en España es probablemente el doble de la que recoge el informe de Fundación Affinity.
Hay que tener presente que la mayoría de los animales abandonados son encontrados en alguna vía pública y que sólo un 29,6% son llevados a protectoras o perreras por sus presuntas familias que, al menos, han sido responsables a la hora de deshacerse de ellos (mejor entregarlos en una asociación que dejarlos en una gasolinera, eso está claro).
En cualquier caso, conviene analizar las razones –es decir, las excusas- que dan estas personas puesto que ofrecen pistas claras sobre cómo afrontar el problema: por primera vez en bastante tiempo no culpan por encima de todo a la crisis. Las principales razones declaradas son el comportamiento del animal (14,8%), las camadas inesperadas (14,5%), los factores económicos (11,9%), el fin de la temporada de caza (10,1%) y los cambios de domicilio (9%).
Es decir, es clave trabajar y concienciar para que tanto los que optan por la adopción como los que compran un animal lo hagan con cabeza. Para que antes de decidir incorporar un can a su vida tengan claro que nadie nace “hablando perro” y que habrá que dedicar tiempo y esfuerzo a educar a ese ser vivo y a entender sus necesidades de manera que luego no surjan incontables problemas de comportamiento que puedan acabar en un abandono. Hay que tener presentes tanto los gastos inesperados como los planes que puede fastidiarte un perro, que son muchos.
En vez de tanta campaña de multas, ¿qué tal fomentar clases de educación en positivo para que los dueños primerizos sepan cómo tratar a su perro? ¿Qué tal hacer todo lo posible para evitar las compras por impulso prohibiendo que haya perros en escaparates, como aún hay en Madrid e incontables otras ciudades?
Otra clave, sin duda, es evitar las camadas indeseadas. De ahí la gran importancia de las campañas que impulsan anualmente asociaciones como ANAA en Madrid o FAADA en Cataluña con descuentos para fomentar las esterilizaciones de perros y gatos.
Y la última, la identificación: en Affinity Petcare tienen claro que identificar a un animal de compañía es uno de los principales indicadores de tenencia responsable; los que no llevan chip tienen muchas más probabilidades de acabar en un refugio. Y en 2015, pese a que es obligatorio que los perros tengan microchip, ¡sólo un 31,2% de los que llegan a los protectoras lo tiene!
Un perro identificado es un perro del que alguien se hace responsable: si se pierde tendrá muchas más posibilidades de volver a casa. Y si alguien lo abandona, podrá ser castigado por ello.
PD: Por aquello de terminar en positivo os recomiendo ver esta campaña contra el abandono de perros que lanzó El Refugio hace tiempo. Ellos, sin duda, no lo harían.