Este viernes se emitirá una nueva entrega de Got Talent en Telecinco, un programa en el que todavía no veremos a Paz Padilla, una de sus jueces. Como ya sabemos, durante la grabación de la primera fase del talent, la actriz y presentadora gaditana estaba al cuidado de su marido Antonio Juan Vidal, que falleció el pasado mes de julio.
"Lo fácil hubiera sido sustituirme, pero me dieron el tiempo que necesitaba. Me sentí muy arropada, muy protegida y reservaron mi espacio", confesaba Paz Padilla la pasada semana, durante la rueda de prensa virtual de Got Talent.
Entonces señaló que tuvo dudas de si volver o no, pero que el formato le demostró "que la vida es maravillosa gracias a unas historias maravillosas. Es uno de los programas más bonitos de la tele, que es la vida misma, que no podemos dejar de ver porque te enseña tanto". Su incorporación se producirá más adelante, con la llegada de las semifinales.
Con ese simple (pero a la vez complejo) discurso, Paz demostraba una vez más que sustituirla no es algo sencillo. Que a pesar de los reveses de la vida, ella siempre está dispuesta a lanzar un mensaje de alegría a los espectadores, de hacer reír. De recordar al público que siempre hay que tirar hacia adelante, y que nos debemos quedar con todo lo bueno que tenemos.
Una todoterreno de la televisión
Tras más de 25 años en nuestras pantallas, Paz Padilla ha demostrado ser un auténtico animal televisivo. La que comenzó como una simpática andaluza que contaba chistes en el programa Genio y figura, demostró con el tiempo que, estar en contacto con el público, es lo suyo. De hecho, con la excepción de Chiquito de la Calzada, Paz fue la única humorista de aquel formato que se labró una carrera en la primera división catódica, sin perder nunca la vigencia.
A Paz la puedes poner a presentar cualquier cosa. Desde un concurso como Luna de miel a un formato rosa como Sálvame o protagonizar una serie como Aladina. A ella casi todo le sienta bien.
Cuando debutó en el famoso magacín de Telecinco muchos se preguntaban qué pegaba ella entre periodistas del corazón, grandes hermanos o exparejas de celebridades. Sin embargo, la elección no podía ser mejor: Paz no se parecía en absoluto a Jorge Javier Vázquez, el dueño del cortijo. Su forma de hablar y de expresarse ayudaba a que no hubiese comparaciones.
En Sálvame nunca ha abandonado su chispa, ni siquiera en los momentos complicados. Ella es el auténtico espíritu humorístico del programa, la que le canta una saeta a una desorientada Aramis Fuster, la que se tira al suelo si hace falta, la que te habla como lo haría cualquier vecina.
En estos días se habla mucho de un anuncio de una cerveza que ha resucitado virtualmente a Lola Flores y en el que se reivindica el acento. Ese acento de la misma tierra que Lola y que Paz Padilla jamás se ha quitado. Ella no habla un correcto castellano, sino un perfecto andaluz, en el que a veces se come las eses, en el que según la palabra puede pronunciar la erre como ele o al revés, sin que esto sea impedimento para que la comprendan perfectamente en Galicia, el País Vasco o Murcia.
Lecciones de vida
De forma transversal, Paz Padilla nos da lecciones de vida que son muy bien recibidas por el público. El día que se sentó en Sábado Deluxe tras la muerte de su marido, dio un empujón a las audiencias del formato, igual que lo hizo en su día con la visita a Bertín en Mi casa es la tuya.
Paz gusta, tiene un punto familiar que pocos comunicadores consiguen, quizá por esas ganas de hacer reír innatas que tiene. Porque pese su evidente éxito es una persona llana, que tiene muy claro que lo que sube algún día bajará. Y mientras eso ocurre, ella tiene claro que su papel es el de "ayudar a la gente que nos ve desde casa", como dijo el primer día que regresó a Sálvame diario tras la muerte de su marido.
Una ayuda consistente en divertir, en hacer reír, en hacer que el está frente a la pantalla se evada de sus problemas y pase un buen rato. No, no hubiera sido fácil sustituirla, no importa en qué programa de nuestra televisión.