Youtubers: el debate definitivo. Así se titula la última entrega de Milenio Live, el programa digital de Iker Jiménez y Carmen Porter, que se emite en YouTube y, posteriormente, se sube a Mtmad, la plataforma de vídeos de Mediaset España. Un debate digital que contó con cuatro youtubers como invitados: Wall Street Wolverine, Jordi Wild, Roma Gallardo y Rocío Vidal.
Unas voces, a excepción de la de Rocío, expertas en la generación de acontecimientos, en la afrenta mediática y en la polémica más chabacana. Un recurso que Iker Jiménez y Carmen Porter saben que es muy rentable.
La RAE define debatir como la acción de "discutir un tema con opiniones diferentes". En el caso del 'debate' de Iker y Carmen, tanto ellos como los youtubers invitados, salvo Rocío Vidal que defendía pagar impuestos en España pero no entendía el escándalo generado, tenían una postura claramente definida. Defendían o justificaban, de una forma u otra, la marcha de El Rubius y que tiñó todos y cada uno de los minutos de la conversación.
Esto contrasta enormemente con la imagen de comunicador serio que Jiménez lleva intentando forjar en Horizonte, su programa de debate que se emite en el prime time de los miércoles en Cuatro. En estas tertulias televisivas, el comunicador cuenta con expertos de distinta ideología, áreas de especialización u opiniones contrarias en intercambios de ideas sosegados y plagados de datos y estudios. Una ocasión perfecta para que Jiménez y Porter pudieran sacudirse el sambenito de telepredicadores de lo paranormal y que, hasta el momento, parecía haber calado entre parte de su audiencia.
Sin embargo, esta entrega de Milenio Live, extensión transmedia de Cuarto Milenio, ha situado a los presentadores en otro plano mucho más peligroso, incluso antiperiodístico.
Las barbaridades de Iker y Carmen
Lejos de cuestionar, criticar o incluso negar las opiniones vertidas en su pseudodebate, Iker y Carmen aplaudían y jaleaban los manidos discursos de los rostros digitales invitados. Durante casi dos horas y media, los presentadores y los cuatro youtubers celebraron un aquelarre en el que los discursos vertidos se alineaban con todos los puntos del argumentario de estos creadores de contenido.
Se habló de impuestos, de persecución de Hacienda a los jóvenes, del recelo de los comunicadores tradicionales a los creadores de contenido, de que los medios mienten, del exceso de poder poder de las grandes cadenas de televisión (como la que da de comer a Iker y a Carmen), el desdeño social a los youtubers... En definitiva, los invitados regurgitaron por videoconferencia todo el argumentario victimista que llevan repitiendo durante semanas sin que los presentadores matizasen ninguna de sus afirmaciones.
En términos informativos, este programa digital fue una auténtica barbarie y las redes sociales no tardaron en hacerse eco. Sin embargo, los youtubers quedaron en un segundo plano ante los "argumentos" que Iker y Carmen sacaron a pasear durante la conversación. Jiménez lanzó al aire una cuestión en la que equiparó abiertamente el segregacionismo racial con el falso martirio de los youtubers: "Y yo me preguntaba, ¿esto no es xenofobia y racismo contra el youtuber?".
Por su parte, Porter aprovechó la recta final de la emisión para disparar contra Hacienda, institución por la que fue multada en el pasado. “En España nos quitan el 50% de lo que ganamos y eso no lo sabían jóvenes”, aseveraba la otrora analista de OVNIS.
A pesar de que sus afirmaciones no se apoyan en ningún tipo de hecho o dato objetivo, sino simplemente en opiniones viscerales que evidencian la ideología de los dos comunicadores, se lanzaron en directo sin ningún tipo de matización, discusión o contraargumentación. Suponen así un ejemplo claro de fake news, desinformación intencionada destinada a situar a los espectadores en un espectro ideológico a través de premisas falsas.
Polemismo profesional: su nueva meta
La táctica comunicativa, si así puede calificarse, que Iker Jiménez y Carmen Porter llevaron a cabo en su debate de Milenio Live es de sobra conocida. A pesar de que Mediaset España intentó cubrirlos con una capa de rigor periodístico para sus debates en prime time, la pátina de divulgadores de pseudoacontecimientos que les caracteriza ha vuelto a brillar.
En este caso, a pesar de las críticas, puede suponer una maniobra muy rentable. Los presentadores, que han sabido construir un gran universo transmediático alrededor de Cuarto Milenio, saben que el impacto, el click y las reproducciones se traducen en ingresos. Así, a través de polémicas recurrentes, consiguen posicionar sus contenidos mientras fidelizan y atraen a una legión de fans.
Iker y Carmen han decidido sacrificar cualquier atisbo de buena praxis periodística para sucumbir al sensacionalismo digital
Invitando a estos youtubers a su programa digital, entre los que se encontraba algún simpatizante de la extrema derecha española, amplían su capacidad para generar adeptos y ganan seguidores de targets a los que sus programas en televisión no conseguían impactar.
Lo mismo sucede con los youtubers invitados que se beneficiarán de las interacciones y de los seguidores provenientes del universo de Iker Jiménez. De esta forma, emplean una estrategia de retroalimentación que es económicamente beneficiosa para todos los participantes, incluido Mediaset como empresa que le proporciona una plataforma digital de emisión en directo.
El problema de este tipo de prácticas, muy habituales en la prensa digital, es que se convierten en una fuente de intoxicación informativa perjudicial para la sociedad. Iker y Carmen han decidido sacrificar cualquier atisbo de buena praxis periodística para sucumbir al sensacionalismo digital, una perniciosa tendencia para la profesión en particular y para la sociedad en general.
Solo queda ver dónde está el límite y hasta qué punto serán capaces de seguir desarrollando su actividad. No hay que olvidar que los mismos youtubers que les han convertido en trending topic y les han ayudado a acumular visitas son los mismos que se han lanzado como perros de presa hacia comunicadores como Javier Ruiz o hacia los programas de televisión que les han dado una visibilidad que ni soñaban. Un ejercicio antológico de hipocresía que, pasado el tiempo, puede convertir a Iker Jiménez y a Carmen Porter en víctimas de sus propios fantasmas.