El auge internacional de las series turcas ha convertido al país otomano en el segundo mayor exportador de ficción televisiva, superado únicamente por Estados Unidos. España no está siendo ajena a este creciente interés por las producciones de Turquía y cada vez son más los títulos que ocupan el prime time de las principales cadenas.
Tras el arrollador éxito de Mujer y Mi hija en Antena 3, Telecinco apostaba por emitir Love is in the air (Sen Cal Kapimi) en horario de máxima audiencia. La serie, como es habitual en las ficciones turcas, está protagonizada por dos atractivos actores que se han convertido en superestrellas: Hande Erçel y Kerem Bürsin.
Las tramas amorosas de los dos personajes principales han captado el interés de los espectadores españoles. Sin embargo, a diferencia de las producciones patrias o americanas, Love is in the air desarrolla estas cuestiones desde un punto de vista cándido que roza el puritanismo. Es imposible visionar una escena sexual o subida de tono entre Eda y Serkan, protagonistas de la serie.
Esto no afecta exclusivamente a la ficción de Telecinco, pues ocurre en la mayoría de producciones exportadas por Turquía, sobre todo aquellas que en su país de origen se emiten en abierto. El motivo no es otro que la severa censura a la que estos productos se ven sometidos por parte del gobierno turco, que filtra exhaustivamente los contenidos de las ficciones a través del Consejo Superior de la Radiotelevisión (RTÜK).
La mencionada institución está formada por nueve miembros escogidos por la Asamblea Nacional. Su labor es la de supervisar las emisiones para censurar o sancionar aquellas que no cumplan con los criterios ideológicos y morales impuestos por el gobierno islamista de Erdogan.
Es por esto que las series turcas carecen de escenas tórridas, pero el sexo no es el único ámbito afectado por el exigente filtro turco: los personajes homosexuales, las drogas, el alcohol o las imágenes excesivamente violentas también son censurados en ese país.
En julio del año pasado, Netflix se veía obligada a cancelar el rodaje de una de sus nuevas apuestas, If Only, una miniserie romántica de 8 capítulos cuyo rodaje se iba a llevar a cabo en Turquía. La plataforma habría recibido presiones por parte del gobierno local para reescribir los guiones de una serie en la que aparecía un personaje homosexual.
La compañía, que sigue apostando por la diversidad, se negó en rotundo a realizar esta reescritura para obtener los permisos para rodar en suelo turco del consejo supremo de radio y televisión, por lo que prefirió paralizar la producción de la ficción, aunque seguirá produciendo ficciones en Turquía.
Las sanciones a las que se someten aquellos creadores que no cumplan con las normas hacen que todas las productoras opten por adaptar el contenido a las exigencias. Sin embargo, sigue habiendo ocasiones en las que el organismo regulador ha considerado que se han cruzado los límites. Es el caso de Love is in the air, que hace unos meses era multada por la emisión de varias escenas con contenido erótico que irían en contra de los códigos morales del país.
En concreto, el Consejo Superior de la Radiotelevisión imponía una multa administrativa a la cadena FOX TV argumentando que las escenas de masaje, jacuzzi y ducha son "contrarias a la estructura familiar turca". Estas escenas, que aún no se han podido ver en la emisión española de Telecinco, habrían despertado las críticas de cierto sector de la audiencia, que enviaban sus quejas al organismo y que habrían motivado esta sanción.
Tras este constante control se esconde el afán del gobierno turco por preservar los valores tradicionales y conservadores que defiende el partido de Erdogan y buena parte de la sociedad otomana. De esta manera, además, el régimen se asegura de que con la exportación de estas ficciones se ofrezca al exterior una imagen inmaculada de Turquía que favorezca sus relaciones comerciales y su influencia.