El American Song Contest está a punto de ser una realidad. La adaptación estadounidense del Festival de Eurovisión llegará en 2022 al país norteamericano tras llegar a un acuerdo de producción con la cadena NBC, la más antigua de las grandes cadenas en abierto estadounidenses.
Intentando emular al certamen europeo, que atrae a alrededor de 200 millones de espectadores cada año, este nuevo concurso de música en directo dará la oportunidad a cantantes solistas, dúos o grupos de hasta seis componentes de alzarse con la victoria; en este caso, cada uno de los 50 estados del país participaría de forma individual, con canciones originales.
El eurovisivo Christer Björkman, representante de Suecia en el Festival de 1992, estará involucrado en la producción de este nuevo certamen y asegura que "tener la oportunidad de utilizar todo lo que sabes sobre el formato y rehacerlo desde el principio y llevarlo a una audiencia que no tiene historia con él es un privilegio".
De hecho, teniendo en cuenta que serán 50 los participantes, el American Song Contest seguirá una estructura más similar al Melodifestivalen, del que Björkman ha sido encargado desde 2002, que al Eurovisión Original. En este caso, serán cinco rondas clasificatorias, dos semifinales y una final.
Para Ben Silverman, productor ejecutivo, el lanzamiento del concurso tiene una motivación similar al del originario Eurovisión. "Cuando Estados Unidos está más fraccionado que nunca y estamos lidiando con tantos problemas que nos dividen, la única cosa que realmente nos une es nuestra cultura".
Está por comprobar de qué manera funciona este experimento ya que no es la primera que la UER, el organismo encargado de organizar el Festival de Eurovisión cada año, trata de sacar la marca Eurovisión fuera de las fronteras de Europa.
El más sonado ha sido el intento por llevar Eurovisión al continente asiático. Corría el año 2017 cuando la UER oficializaba la puesta en marcha de este spin-off con Paul Clarke como productor responsable. Este Eurovisión Asia Contest pretendía, al igual que el homónimo europeo, "estrechar lazos multiculturales a través de la música".
En palabras de los organizadores, este festival sería una ocasión para "llevar el mayor programa musical de televisión en directo a la mayor audiencia del planeta", y aseguraban que hasta 20 países del área del asía-pacífico participarían.
A pesar de que un primer momento la inauguración de este festival estaba pensada para 2018, e incluso 17 países habían confirmado su asistencia, el festival era pospuesto al año 2019, año en el que tampoco se celebró. De hecho, no se han vuelto a conocer más noticias de este festival y su cuenta de Twitter lleva inactiva desde 2017.
Los otros ‘productos’ derivados de Eurovisión
Más allá del Festival de la canción propiamente dicho, el que todos conocemos, y de los intentos de exportar el concepto a otros continentes, la UER ha tratado siempre de diversifivcar su marca con otros productos similares. El más célebre es, claro, su versión junior.
Eurovisión Junior nació en 2003 y en él participan niños de entre 9 y 15 años, ya que a partir de los 16 pueden participar en la versión senior. En total, se han celebrado un total de 19 ediciones, participando España en seis de ellas.
A diferencia de lo que ocurre con la versión estándar del formato, Eurovisión Junior sí se le da muy bien a España. De estas seis ediciones, nuestro país ha alcanzado el top 4 en todas ellas, alcanzando la gloria en 2004 con el Antes muerta que sencilla de María Isabel. Tras un parón de 12 años, España regresaba al festival en 2019 con Melani García y Marte, que alcanzaba la tercera posición. La misma que conseguía Soleá con Palante en 2020, última edición celebrada.
Pero la versión junior no ha sido el único spin-off que Eurovisión ha tenido a lo largo de los años. Porque seguramente muchos lectores desconocerán que la UER ha organizado a lo largo de las décadas certámenes creados a imagen y semejanza del concurso de la canción que, sin embargo, no han conseguido tanta repercusión en nuestro país.
El más clásico por antigüedad, y que muy pocos jóvenes conocerán, es el Festival de Eurovisión de jóvenes bailarines. Y es que este certamen de danza, organizado cada dos años, empezó a celebrarse en el año 1985 y ha tenido un total de 15 ediciones. Siguiendo la mecánica de Eurovisión, jóvenes de entre 15 y 21 años muestran sus habilidades en el baile de forma individual o en pareja.
Al igual que en su edición junior, España es uno de los países más exitoso de este festival, ya que lo ha ganado en 5 ocasiones (la última vez en 1997), completando el podio Países Bajos y Polonia con 2 victorias.
Otro intento por llevar el baile a los televisores de todos los europeos due el llamado Festival de Eurovisión de baile, cuyas dos ediciones (y únicas, por el momento) se celebraron entre 2007 y 2008 en Reino Unido. Nuestro país, que participó en la primera edición, denominó al formato como Euro-dance y su mecánica estaba basado en el programa Mira quién baila. Finlandia y Polonia fueron los países vencedores de este experimento.
Otro de los productos ligados a Eurovisión que han surgido en los últimos años es el Eurovision Choir of the Year, o Coro del Año de Eurovisión. Se trata de un certamen bienal en el que participan cotos representantes de las televisiones de los países adscritos a la UER.
El formato arrancó en 2017 con la participación de 9 países (Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Eslovenia, Estonia, Gales, Hungría y Letonia). Finalmente Eslovenia se hacía con la victoria. La segunda edición celebrada en 2019 coronaba a Dinamarca. En 2021 habrá nuevo certamen, pero no hay indicios de que España se anime a participar.
No cabe duda de que Eurovisión es uno de los grandes eventos anuales en Europa y uno de los formatos audiovisuales más potentes a nivel mundial. Por eso, no es de extrañar que la UER haya querido a lo largo de su historia llevar el concepto a otros rincones del mundo y competir con otras disciplinas artísticas, aunque por el momento sin conseguir la repercusión del Festival de la canción original.