Mask Singer: adivina quién canta emite este jueves la gran final de su segunda temporada. Monstruita, Erizo, Huevo y Plátano revelarán sus identidades en una gala en la que se elegirá a la máscara ganadora de la edición.
Este último programa pondrá el punto final a la segunda entrega de un formato que el año pasado revolucionó la televisión española con su primera edición en España, cosechando más de tres millones de espectadores de media. Sin embargo, no ha ocurrido lo mismo con la segunda temporada, que se ha ido desinflando en audiencia hasta marcar su mínimo histórico en la semifinal del pasado miércoles 21 de julio con un 14,1% de cuota y 1.355.000 espectadores.
Frente a los fuegos artificiales que se vivieron tras el apoteósico final de la primera edición, ahora la gran incógnita es si Atresmedia dará a este formato la oportunidad de remontar sus cifras con una tercera entrega. En caso de que esa renovación se produzca, Mask Singer tendrá que analizar y corregir algunos de sus errores para poder volver a saborear las mieles del éxito.
1. Respeto a la audiencia
La segunda edición del concurso presentado por Arturo Valls ha protagonizado dos polémicos movimientos que han generado el malestar de los espectadores y fans del formato. El primero tuvo lugar con el estreno de la temporada: la cadena anunció el arranque para el lunes 17 de mayo, pero ante el movimiento de Telecinco de mover a ese día el debate de Supervivientes, Antena 3 decidió retrasar una semana el estreno y emitir el especial Mask Singer: conoce a las máscaras avisando a los espectadores dos días antes.
Peor fue lo sucedido con la séptima gala, prevista para el miércoles 7 de julio. Sin previo aviso, y ante la prórroga del Inglaterra-Dinamarca emitido en Telecinco, la cadena pospuso la gala para la semana siguiente e improvisó un refrito para evitar una sangría de audiencia. Esta decisión volvió a enfurecer a la audiencia que estaba esperando ver una nueva entrega del concurso ese día.
Mask Singer ya demostró en su primera edición que es un contenido lo suficientemente competitivo como para que Atresmedia no tenga que marear al público para responder a los cuestionables movimientos de la competencia. Las galas del programa se convirtieron en una cita semanal para las familias, los amigos y las redes, que trataban de adivinar la identidad de las máscaras compartiendo sus teorías, algo que en esta edición ha sido realmente complicado por los numerosos e imprevistos cambios.
2. Galas más cortas
Uno de los aspectos más aplaudidos de la primera temporada fue la corta duración de las primeras galas. Sin embargo, la cadena acabó optando por explotar el tirón del programa y aumentó las pausas publicitarias, alargando la emisión hasta la madrugada.
Retrasar el momento clímax del formato, los desenmascaramientos, sólo aumenta las posibilidades de que la audiencia pierda el interés y acabe entregándose a cualquiera de las ofertas de los competidores. Y es que una vez que ya se ha visto cantar por primera vez a todas las máscaras, resulta muy complicado que los espectadores puedan mantener la tensión y la incertidumbre durante varias horas hasta poder descubrir la identidad de los concursantes.
El carácter eminentemente familiar de este programa lo hace incompatible con tratar de acaparar el prime time hasta horas inasumibles, por lo que Antena 3 debería buscar la fórmula para tratar de adaptar las galas a esta realidad.
3. Descanso
Aprovechando el rotundo éxito de la edición de estreno, Atresmedia decidió renovar el formato y estrenar una segunda entrega apenas cinco meses después del final de la primera. Esto ha podido suponer un desgaste para la audiencia, pues se trata de un formato en el que se pueden introducir pocas novedades más allá de las máscaras y los famosos que se esconden bajo las mismas.
Para que Mask Singer vuelva a remontar el vuelo en una tercera edición, tal vez Antena 3 debería plantearse dar un largo descanso al concurso antes de recuperarlo para su parrilla. Esta medida ha probado su eficacia en numerosos formatos y, combinada con otras, podría devolver el brillo a un programa que ha aportado colorido y diversión al entretenimiento familiar televisivo.