La concursante de 'Secret Story' Cristina Porta se ha sublevado en Guadalix de la Sierra. La periodista ha tomado las riendas de la convivencia con no sé qué autoridad ni legitimidad, y se ha declarado la ama de llaves de la casa. Nada puede hacerse sin su consentimiento. La catalana entiende, por sí misma, que tanto ella como sus compañeros no están en igualdad de condiciones. En resumidas cuentas, que si este programa "funciona" y sigue en antena es gracias a ella y sus tramas, que han conseguido pulverizar audímetros.
Esa es la legitimidad con la que la periodista deportiva toma las riendas de la casa de los secretos de manera autoritaria y condescendiente. Espero que el día que salga de la casa, le hagan entender cómo ha sido la realidad de su "impecable” concurso que ni ha sido un éxito ni ha gustado a la mayoría de espectadores. Puedo llegar a entender en parte cómo ella ha llegado a esa conclusión: el programa ha usado muchas escaletas en torno a ella, por muy falsas e impostadas que fueran sus tramas. Así que imagino que eso le ha dado pie a montarse su propia narrativa en la que ella es la protagonista máxima y que, gracias a ella, este programa aún se mantiene en pie.
¿Es Cristina Porta la peor concursante que ha pisado este año Guadalix? Rotundamente, sí. Y quizás en casi toda su historia. Hay un hecho que no pude comentar la semana pasada porque sucedió cuando ya estaba publicado el anterior artículo y fue el ¿esperado? beso entre Luca y Cristina que, cómo no, sucedió horas antes de la decisiva expulsión. Una vez más se demuestra que tienen muy pautado el concurso y muy medidos los tiempos. Para nada fue ninguna casualidad después de dos meses y medio, sino más bien por causalidad. Incluso prometieron dormir desnudos si se salvaba Cristina, cosa que fue así.
Adara Molinero cayó en el duelo final por muy pocas décimas, ya que Porta estaba auspiciada por el programa que cerró teléfonos temprano para no que hubiera sorpasso posible. Sin embargo, el quid de la cuestión es otro: ¿Dormir desnudo es lo máximo que puedes ofrecer en un concurso de televisión? ¿No es acaso muy triste? Que cada cual saque sus propias conclusiones.
En el Cuenta Atrás del pasado martes se produjo un cara a cara entre Miguel Frigenti y la catalana en la sala de la verdad. Apenas en unos minutos, Cristina Porta hizo muestra de su impecable educación: empezó con el argumento “yo por lo menos tengo estudios". No se puede ser más absurda y clasista. ¿Qué legitimidad te da tener estudios, Cristina? Si los hay licenciados, negligentes e ineptos. Para tener muchos estudios has acabado en un reality show en el que no los has estado usando. ¿De qué te ha servido entonces?
Recuerdo esa maravillosa gala de Lucía Pariente en la que desenmascaró a los marqueses del AliExpress. Por entonces, la catalana se deshizo en halagos con sus padres por la educación recibida. Y yo sigo esperando que haga gala de ella porque no se puede ser más irrespetuosa, más intolerante y, por qué no, más mala persona. Como bien le dijo Frigenti, Porta se cree toda una estrella que ha marcado historia y, cuando salga verá que para nada concuerda lo que cree con la realidad. En enero empezará otro reality y se olvidarán de ella. No es imprescindible para la televisión. Es así.
Tampoco quería dejar de comentar lo que el mismo Julen le recriminó en directo por uno de sus pésimos comentarios: que si eres chica y te gusta el fútbol, tienes una parte masculina. ¡Vaya pensamiento más repugnante! Espero que nadie tome como ejemplo a Cristina Porta.
¡Que se salve Miguel Frigenti!
En conclusión, ¿hay que seguir viéndola en Secret Story? ¿Acaso no se merece una expulsión de una vez por todas? A ver si de esta manera tiene una cura de humildad y también porque no la merecemos como concursante. Miguel Frigenti, el verdadero espíritu de Gran Hermano, es quién debería salvarse esta noche. Y eso que nunca me imaginé que defendería al talaverano porque casi siempre me ha despertado mucha antipatía más que simpatía.
Nunca acabé de congeniar con él como espectador y la primera parte de su concurso me pareció pésima. Sin embargo, al César lo que es del César. El periodista, también con estudios por si se le olvidaba a la jefa de la casa, está tratando esta segunda parte del concurso de manera impecable. Me está gustando mucho y lo digo tan ancho. Es más, me gustaría pedir la salvación para el excolaborador de Ya es mediodía. Es puro espíritu Gran Hermano y rema a favor de obra. Y no me refiero para el programa, sino más bien para el espectador. No intenta engañarle y se muestra tal y como es. Y eso es algo que deberíamos premiarlo porque en esta edición hemos perdido todo el criterio. Los auténticos concursantes que se merecían llegar a la final están en sus casa y los impostados y falsos, ahí siguen viendo pasar la vida mientras facturan.
El de Talavera de la Reina consiguió marcarse un jaque mate en toda regla el pasado martes en el cara a cara con Cristina. Ni corto ni perezoso defendió su postura haciéndole ver la realidad a la catalana de que las cosas no están fuera como ella cree. Ni aún así, Porta demostró algo de humildad. Ella prefiere vivir en su propia narrativa, en la que todos respiramos gracias a ella. ¡Qué sería de nosotros sin ella! Y como diría el himno británico: Dios salve a la Reina (que ella cree que es).