La gala de la vergüenza. No hay otra terminología para definir lo que sintió la inmensa mayoría del público el pasado martes en Cuenta Atrás, presentado por un cada vez más desacertado Carlos Sobera. ¿Dónde quedó la ingenuidad y la espontaneidad? ¿No fue la premisa de aquel lejano primer Gran Hermano del año 2000? Es una auténtica lástima como Secret Story y concursantes como Cristina Porta y Luca Onestini devalúen el buen nombre de la telerrealidad. Y lo peor de todo es que ambos concursantes están auspiciados y respaldados por el programa que, ante la escasez de buenas e interesantes tramas, se ha visto en última instancia en la tesitura de dar visibilidad a una de las peores tramas que hemos visto en la historia de los realities.
El martes, Cristina y Luca se enfrentaron en la sala de la verdad, que de verdad tiene lo mismo de natural que sus protagonistas. Ambos hicieron un repaso de los últimos acontecimientos acaecidos para la pareja. Y ni disimularon. Se rieron del público como quisieron y el programa lo permitió sin reparos. De las dos aburridas horas que duró el encuentro, se pelearon y reconciliaron incontables veces, pero es que incluso hacían gala del teatro que se traían: no paraban de reírse en un momento supuestamente tenso y triste.
Todo vino a raíz de las no nominaciones del pasado jueves. El programa prescindió de la tradicional manera en la que se nominaba para hacer grupos de parejas y que estos decidieran quién de la pareja sería el inmune y quien el nominado. En caso de que no hubiera acuerdo, ambos miembros de la pareja estarían nominados. La decisión recaía en la misma pareja.
Cuando llegó el turno de Luca y Cristina, ¿qué sucedió? Lo previsible. Luca quiso quedar como el caballero bonachón y sin pensarlo quiso exponerse a la nominación y, por ende, a la posibilidad de ser expulsado a las puertas de la final. Cristina, por su parte, ni se inmutó. Se quedó en el círculo del inmune. Debió pensar: si ya se expone él, ¿por qué lo tendría que hacer yo también? Fue un gesto que no gustó a Luca, pues entendió que quizás Cristina prefería seguir sumando días en la casa que su amor. ¡Menuda sorpresa! Que Cristina quiere más al maletín que cualquier otra persona en la faz de la tierra... ¡No es ningún secreto!
Luca no es la víctima de nada ni de nadie. Ambos están jugando al mismo juego, pero lo único en lo que no se han puesto de acuerdo es en cómo acabará, quién ganará de ellos. En algún momento y, ambos lo saben, uno debe perder y el otro ganar. ¿Quién lo hará antes? Cristina ha querido hacer un jaque mate al ignorar a Luca los últimos días, para quedar ella como la víctima. Pero, cuando vio que ese movimiento no era beneficioso para ella, sino más bien para él de cara al público, viró y reculó. Ellos han vendido ya las entradas al público para ver su "auténtica historia de amor verdadero" y por eso Cristina sigue fingiendo y actuando porque debe salvar la obra de teatro.
¿No les cansa esta absurda partida de ajedrez en la que cada movimiento puede ser decisivo para decantar la victoria al lado A o al lado B? ¡Si sois tal para cual! Igual de embusteros y timadores. El público no os lo premiará. Y digo el público de verdad, el de siempre. El que creció con Gran Hermano. No el de ahora, que se deja guiar por tramas fantásticas con las que fantasean para poner un poco de emoción a sus hediondas vidas.
Sin embargo, lo más vergonzoso viene por parte del programa que ha premiado esta pareja. ¿Cuánto de mal estarán las cosas para que Secret Story haya apostado por ellos como caballo ganador? Cada día lo tengo más claro. Este programa lo ganará alguno de los marqueses del AliExpress. ¿Sería justo? Según como se vea. ¿Pasará a la historia de los realities Secret Story? No. Entonces, su ganador tampoco. Sea Cristina Porta o Luca Onestini.