Justicia poética. Lo merecíamos, por fin. Y es que el pasado martes se escribió la penúltima página de la historia de la primera edición de Secret Story. Y perfectamente podría ser la última. Pese a que la final es este jueves, donde Cristina Porta, Luca Onestini y Gemeliers se disputarán el maletín de los otros 50.000 euros, lo que sucedió el pasado martes es el mejor colofón que podría tener esta edición de la casa de los secretos tras tantas injusticias. Y es que Sandra Pica, contra todo pronóstico, se alzó con la bola ganadora del juego de las esferas. ¿Acaso no era ese el mejor final posible?
Como he dicho otras veces, lo que ha sucedido con este reality es algo inaudito. Nunca antes un reality había tenido unos finalistas tan inmerecidos como pésimos, y no me refiero a Gemeliers, que son la opción más válida para ganar ahora mismo, sino más bien por los marqueses de AliExpress. En el transcurso de este concurso, que ha durado la friolera de catorce semanas, han ido desfilando por la puerta muchos de los auténticos protagonistas de Secret Story. Expulsiones tan incomprensibles como inmerecidas.
Lucía Pariente, Miguel Frigenti, Adara, Julen y Sandra Pica han formado parte de una especie de resistencia. Han sido la resistencia de la auténtica esencia de los realities. Y es que, gracias a ellos, este concurso será recordado. Es muy desolador que en la casa hayan permanecido Luca o Cristina, entre otros. ¿Quiere decir eso que España los prefiere antes a ellos? Para nada. La audiencia de este año no es representativa. La han monopolizado un grupo muy reducido de personas. Para mí, y para toda aquella audiencia que ha crecido con Gran Hermano, la resistencia son nuestros auténticos ganadores.
Ellos han sido transparentes, auténticos y leales. ¿A quiénes? A la audiencia. Eso era un motivo de peso para premiarlos. Nunca han pretendido engañarnos con historias falsas ni han querido meternos con calzador sus pensamientos para condicionarnos. Han vivido la experiencia al máximo y se han entregado en todo momento, sin miedos ni reparos.
La nominación de la pasada semana era crucial. Sandra Pica estaba nominada, era la última de la resistencia. Es más, dicha nominación adquirió un carácter muy simbólico. No se estaba disputando una nominación al uso. Era una decisiva. Era la lucha entre el bien y el mal. La verdad y la mentira. Y qué lástima, porque Pica fue la expulsada. Llegó a su fin la fábula en la que creíamos una gran parte de la audiencia, en la que siempre ganaban los buenos. No fue así, finalmente.
Viéndolo también desde otra perspectiva, Pica no cayó derrotada. Al contrario. Me atrevo a decir que Sandra no ha hecho más que ganar en este concurso. No recuerdo una evolución tan perfecta. Partimos de la base de que la extentadora entró como una de las concursantes con más mala imagen pública. Y Pica lo ha logrado. Se ha redimido y se ha descubierto como una de las grandes joyas de este concurso: sale con novio, con el público en su bolsillo y con 50.000 euros en su cuenta bancaria. ¿Había un final mejor? No lo había. Y se lo merece.
La victoria del martes fue un acto de justicia poética. Nadie lo esperaba. Pero no es solo la victoria de Pica, sino también la de sus compañeros. Es la victoria de Lucía Pariente, la de Miguel Frigenti, la de Adara y la de Julen. Era la victoria de todos.
"Tú eras la representante de un montón de gente que nos hemos quedado por el camino" le dijo apenada y emocionada Lucía Pariente a Sandra Pica cuando la expulsaron. Estas palabras de la reservista del ejército me emocionaron profundamente. No le faltaba razón. La posible victoria de la extentadora era nuestra última esperanza.
Por fin, Cristina Porta reconoce su estrategia para alzarse con el maletín de Secret Story. "Todos estamos en el mismo lugar, pero no de la misma manera" espetó la periodista a sus compañeros finalistas haciendo alusión de qué estrategia ha seguido cada uno para colarse en la final. Estas declaraciones de Porta son lo único de verdad que ha dicho en todo el concurso. Y era hora de que lo reconociera porque Cristina ha sido la peor concursante que ha podido pisar este reality. La única verdad que ha dicho es que se llama Cristina Porta. Todo lo demás ha sido estrategia para intentar encajar en el molde del concursante perfecto. Y qué aburrimiento, porque ser común es muy aburrido.
Posiblemente Porta gane esta noche el maletín de los 50.000 euros. ¿Méritos? Ninguno. Espero que le haya merecido la pena haber actuado de manera tan artificial y malévola en la casa y para con sus compañeros. ¿Le habrá merecido la pena dañar su imagen a cambio de 25.000 euros una vez pase por Hacienda? Que haga ella mañana su reflexión en su casa, pero viendo quiénes y cómo la defienden, dudo que se lo hagan ver. Viven en el mismo universo, pero alternativo al nuestro.
Apostillo una cosa más. La relación de Luca y Cristina no es solo interesada y cegada por la ambición de facturar, sino que además ni se han molestado en dar una buena imagen. Es el ejemplo de una relación tóxica. Lo contrario a la de Julen y Sandra, que se caracteriza por su ingenuidad.
Cristina se coronará hoy como la ganadora de Secret Story, posiblemente. Espero que tanto sacrificio le haya merecido la pena y consiga lo que tanto anhelaba por activa y por pasiva: ser personaje, no profesional. Porta sale de la casa creyéndose la gran favorita de España. Esta noche Porta dejará de vivir su sueño: la favorita que nunca lo fue. Despertará de una realidad paralela. Que le sea leve. Mientras, me quedo con la victoria de Sandra Pica como colofón a este concurso. Justa merecedora de ese premio. Mi más sincera enhorabuena, Sandra. Tu victoria es nuestra victoria.