Rociíto en Montealto: cómo perder cuatro horas y media delante de la tele
Rociíto ha vuelto a Montealto a recorrer las estancias de la que fue su casa y a contar que no puede contar nada porque lo va a contar en la serie documental que va a estrenar y no puede desvelar nada.
5 febrero, 2022 04:07Sin paños calientes ni disimulos: lo de Rociíto ha sido un tostonazo y, como lo siento, lo digo. Me lo tragué entero, así que sé de lo que hablo. Y qué mal cutis tiene esta chica, de verdad.
Empezaba el programa otra vez con la canción de Rigoberta (basta, por favor, por caridad) y entraban después los tertulianos (Carlota Corredera, Carmen Duerto, Juan Luís Galiacho, Paloma García Pelayo, Nacho Gay y Valeria Vegas), que hoy sí han hablado.
La primera estancia que se abrió fue el vestidor, tras mostrar imágenes de Gloria Camila y de Rosa Benito (la cuñadaviuda de Rocío Jurado) dolidas otra vez. La Benito se pasa la vida dolida, debe ser agotador ser ella. El caso es que el vestidor se abre y salen unas modelos, como de cuarta regional, con vestidos de la Jurado y asistimos estupefactos a un desfile muy Confecciones Mary Carmen de Parla, amenizado todo él con actuación en directo versionando a la Jurado. Igual ha sido un homenaje a la época de modelo de Rociíto, que también era modelo como de grandes almacenes, sección oportunidades, y yo no lo he pillado. No lo descarto.
El dormitorio de la Jurado
Se abre después el dormitorio, el mismo en el que murió la cantante el 1 de junio de 2006. Rociíto llora. Encima de la cama está la maleta de ir a Houston, con su ropa dentro. Llora más. Es entonces cuando empiezan con los secretitos. “Encontré aquí lo que daba explicación a muchas cosas” dice Rociíto (yo voy a seguir llamándola Rociíto), “cosas que había visto, que había vivido y que no entendía. Y si lo encontré es porque ella quería lo encontrara”. ¿Qué encontró? Pues unos documentos, pero a partir de aquí se pasaría ya toda la noche hablando de los documentos pero sin poder hablar de los documentos. Que daban ganas de zarandear la tele y gritar que a la mierda ya los documentos esos, que no queremos saberlo.
El dormitorio estaba lleno de fotos y vírgenes, incluída la de Regla que reclama la Benito, dolida (la Benito siempre dolida y quejicosa). Jorge Javier, que se ha pasado con los rayos uva, le pregunta si es esa la virgen que reclama “tu tía Rosa”, a lo que ella contesta que sí, que es esa. “¿Quieres que se la lleve?”, le dice. Y Rociíto contesta, impasible, “de momento vamos a dejarla ahí”. A Rosa Benito le habrán dado otra vez las fiebres cerebrales. Y, si no le dieron en ese momento, le darían luego, cuando viese a su sobrina regalar a Jorge Javier una boa de plumas de La Más Grande.
Aquí ya todos están a tope con los documentos que encontró en el cajón del buró donde estaban las vírgenes y que “es la verdad de la familia”. Ni más ni menos. “¿Ya lo suponías?”, pregunta uno. Y ella: “Yo sabía cosas, veía, intuía, o no me cuadraban cuestiones, y cuando abrí ese cajón todas mis dudas quedaron satisfechas”. Y otro: “¿Qué puede suponer esto para la familia?”. Y ella: “Yo no sé para la familia, pero para mí supuso entender muchas cosas”. Y Jorge Javier: “¿Se te cayó la venda?”. Y ella: “Sí, porque aunque yo intuía cosas siempre piensas que puedes estar equivocada”. Y yo: “Por Dios bendito, basta ya con esto. Habla o no hables, pero para”. Total: que los documentos son la base de la docuserie que está grabando y no van a decir ni mu, pero nos van a decir todo el rato lo importantísimos que son y la de secretos que encierran y el terremoto que se avecina.
El vestidor de La Más Grande
Cuando parecía que no podía ir a peor, vuelven las modelos a tiempo parcial, y otra cantante de verbena, con un nuevo desfile disfuncional, que una ya no sabe si está viendo Telecinco o un catálogo atrasado del Venca en movimiento.
Lo más interesante del vestidor ha resultado ser una caja con documentos de la boda de la Jurado con Ortega Cano. Pruebas de tejidos, cartas, apuntes, presupuestos. Entre los presupuestos, el precio del cubierto del menú de boda: 6.500 pesetas. Eso son unos cuarenta euros en el año 95. A mí aquí me ha podido la curiosidad (y el aburrimiento, no lo voy a negar) y me he ido a la página del INE, que tiene una herramienta para actualizar el valor de una renta mediante la evolución del IPC. 67 euros habría costado hoy ese menú. Que tampoco me parece para tanto, me esperaba yo más lujo asiático en la boda de la Jurado.
A la que volvía yo del INE y de mis indagaciones presupuestarias, ya habían montado otro desfile con las segundas más guapas del barrio y luego una tertulia en la que no se contaba nada nuevo ni se contestaba a nada de lo interesante, porque eso lo contarán en el documental y no va a adelantar nada. Qué bochorno todo.