A sus treinta años, Carlos Maldonado ya forma parte de la historia de la televisión y la gastronomía españolas. Aquel joven macarra al que su madre apuntó al casting de MasterChef 3 para que por fin sentara la cabeza logró alzarse como vencedor de un programa en cuya veracidad no creía antes de entrar.
Pero ganar MasterChef no fue el final de un camino, sino el principio de una nueva vida en la que Maldonado dejaría sus inseguridades y miedos tras los fogones para brillar, romper los prejuicios de la profesión y convertirse en el primer concursante de un talent culinario en conseguir una Estrella Michelín. Lo ha logrado gracias al duro trabajo en equipo en su restaurante de Talavera, Raíces. Y esas mismas raíces dan nombre ahora a la serie documental que RTVE Play estrena este miércoles 23 de febrero.
El joven mostrará en dos episodios el lugar donde se crio, su rebelde adolescencia y los acontecimientos que marcaron su vida antes de alcanzar la cima del éxito culinario, aunque el éxito para este chef soñador no es más que la consecuencia del trabajo y, en ningún caso, una meta. "Significaría llegar a la playa y dejar de remar. Eso no entra en nuestros planes, ni de coña", confiesa a BLUPER antes del estreno del documental que expone su desconocida historia.
¿Qué vamos a ver en 'Raíces'?
Vamos a ver algo sincero, bonito. Es mi historia, que no deja de ser la historia de ese chaval que pasas por la calle, cruzas una mirada con él y dices "ya está". Pero tras cada persona que pasa por la calle puede haber una gran historia. Es una historia que te encuentras por casualidad y tres mentes la trasladan a un documental. Se va a ver a una persona normal que se levanta cada mañana y lucha por sus sueños, aun habiendo tropezado un millón de veces. Alguien con una historia compleja, con un ambiente familiar maravilloso, pero es una cabeza incomprendida que desahoga sus miedos de una forma mala que le lleva a situaciones difíciles. Todo eso se expone en 'Raíces'. Lo veo como un espectador y en ocasiones hasta duele volver a recordar con tanta claridad.
Ha sido una oportunidad de pararte a repasar todo lo que te ha pasado en los últimos años.
Creo que nos pasa a todos, llevamos un ritmo de vida frenético, basado en el trabajo, y nunca nos paramos a plantearnos qué ha sido de nosotros o en qué punto estamos ahora mismo, únicamente remamos un día y otro día, nos enfadamos por tonterías, viene una pandemia que nos encierra en casa... Y ahora nos dejan salir y retomamos ese estrés sin pararnos un segundo y decir "oye, ¿qué está pasando?". Este documental me ha hecho parar, hacer un alto en el camino y preguntarme qué ha pasado, en qué parte del océano nos encontramos navegando.
Siendo un hombre tan soñador y aventurero, ¿qué suponen para ti las raíces?
Raíces es casa, es sinceridad, es humildad, es mi Talavera, mi gente... Hoy soy lo que soy gracias a la tierra donde he crecido, me he rodeado de mi familia y me han apoyado en todo. Raíces es un concepto que tiene alma, que crece al ritmo que crece la persona.
Dentro de esta vorágine, ¿qué es lo que te mantiene pegado a esas raíces, con los pies en la tierra?
Mi forma de pensar, mi familia, mi hijo y el día a día. Hay una frase muy clara que define todo: los peones y los reyes se guardan en la misma caja. Eso es lo más sencillo de entender, que el hoy es lo que nos va a quedar. Todo es un camino y hay que disfrutarlo. El éxito es efímero y relativo.
¿El éxito actual era un objetivo en tu vida o llegó por casualidad?
¿Pero qué es el éxito? A nivel profesional, es una consecuencia de haberme rodeado de un gran equipo, de remar todos los días, levantarnos con una sonrisa y luchar por lo que nos gusta. Como consecuencia de eso, llenamos todos los días el restaurante y hay días que nos dan reconocimientos y todo eso. No es un regalo ni un objetivo, porque eso significaría llegar a la playa y dejar de remar. Eso no está en nuestros planes, ni de coña. Si estás a gusto con lo que estás haciendo y puedes desarrollarlo a medio-largo plazo con felicidad, puedes considerarte una persona exitosa.
¿En algún momento has temido que llegue un día en que dejes de estar cómodo con lo que estás haciendo?
Sí, claro. Pero cambiaremos de rumbo. No podemos ser esclavos de nuestra profesión. En el momento en que dejemos de ser útiles para nosotros mismos, debemos zarpar para otro lado. No podemos estar toda la vida atados a algo que no nos gusta o que no nos hace sentir plenos. Es más sencillo de lo que lo hacemos: si algo no te hace feliz, coge el timón y gira.
¿Presentarte a 'MasterChef' fue un giro de timón en tu vida?
Totalmente, pero en este caso fue inesperado. Yo no confiaba en la televisión y no sabía qué era eso. Me presentó mi madre, pero yo pensaba que ahí cogían al 'hijo de', al 'padre de', al 'amigo de'... Pero es todo mentira, qué va, ¡joder! Me abrió la mente, entré y encima gané, que tiene cojones. Me lo tiraron todo por tierra y pensé "¡madre de dios, la que hemos liado!". Lo que más me gustó es que una vez que me enseñaron lo que era la cocina, que hay futuro tras unos fogones, supe que estaba aquí para quedarme. Esto me hace sentir útil y a gusto, me siento vivo tras los fogones y pierdo todos los miedos.
Se habla mucho de la presión que tienen los concursantes de 'MasterChef'. ¿Te sentiste más presionado en el programa que en el restaurante?
¡Joder! En MasterChef si fallas no pasa nada (ríe). Como mucho te dirán Pepe, Jordi y Sammy que tu plato es una mierda, y tú dices "pues claro que es una mierda, seamos sinceros". En la vida real no puedes permitirte el lujo de fallar, la gente confía en ti y se mueve de todas las partes para ir a tu puñetero restaurante a que le hagas sentir una experiencia, a conocer tu obra. No puedes fallarles y la tensión es máxima para que todo salga perfecto.
¿En ningún momento pensaste por qué te habías metido en el programa?
¡Todos los días! (Ríe) Pero ahora mismo, cuando grabamos alguna publicidad o vídeos para redes me siento más intimidado que en MasterChef. En el programa, una vez que enciendes el fuego, desaparece todo. A mí me das unos fogones y me siento seguro, me refugio en ellos. Es verdad que al programa entraba con tensión por todas las cámaras y toda la gente pendiente de ti, pero una vez que te dicen lo que tienes que hacer y enciendes los fuegos, vas marchando a por ello.
Tras salir de 'MasterChef', ¿te sentiste juzgado por la profesión por venir de la televisión?
Sí, al principio sí. Pero es normal, era una imagen televisiva y me coronaron como un magnífico chef, y eso es mentira. Cuando sales de MasterChef no eres un magnífico chef, pero tampoco eres únicamente una imagen. Yo he recibido críticas de grandes profesionales y las tolero. A una persona que lleva 40 años detrás de los fogones y no se ha reconocido su labor, es normal que no le guste ver a un niñato salir de un programa de televisión y coronarse como el puto amo.
Si pudieras encontrarte ahora con aquel Carlos Maldonado que se presentó a MasterChef sin saber lo que le esperaba, ¿qué le dirías?
Le dejaría ser él, porque dentro de sus peculiaridades no lo hizo mal el chaval. Otro gallo cantaría si me encontrase al cabrón de antes del programa, a ese le diría cuatro cosas y le iba a pegar un par de collejas, por payaso.
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