No había vuelto a ver Encuentros Inesperados, el programa de Mamen Mendizábal, desde su estreno. No es que no me gustase el primero (no estuvo mal, tampoco para tirar cohetes) es que se me olvida que lo hacen. Así que debo reconocer que si vi este episodio ha sido porque salía Esperanza Aguirre. Ni sabía el tema y lo mismo me daba, yo quería ver qué decía Aguirre y si se enganchaba con alguien.
Inesperado parecía el encuentro, ciertamente, cuando Mendizábal se ha acercado a Aguirre para saludarla y el abrazo ha sido recibido en posición de firmes y con el mismo entusiasmo con el que uno recibiría la noticia de un deceso. Como si hubiese entrado de pronto tu ex en la iglesia el día de tu boda. Alguien debería haberle dicho que la presentadora también venía a los vinos. Para simular, si no entusiasmo, al menos sí un mínimo de cordialidad. La justita.
Las dos malas
La Mala Rodríguez, Luz Sánchez Mellado y Carolina Iglesias (he buscado el nombre, que nunca me acuerdo ni de que existe ni lo de que hace) eran las otras invitadas. Que a mí plin, así a priori, pero La Mala me ha ganado. Ya había escuchado eso de que le había dicho a la Aguirre que las dos eran malas, y lo celebrado que había sido en redes (en redes, si Évole dice que qué risa, madre, hay un coro que dice “qué risa, madre” y es todo una risa, madre).
Bueno, pues a mí no me ha parecido verle esa malicia que le veía este hombre. Ese “tenemos muchas cosas en común y las dos somos malas” que le dice justo después de contarse la una a la otra que ambas tienen fe y creen en Dios, me ha parecido muy cómplice, casi cariñoso. Vamos, que me ha parecido que se caían fenomenal en lugar de que La Mala le cantaba las cuarenta en nombre de toda la izquierda.
La charla tampoco es que me haya vuelto loca, lo confieso. Ni me ha entusiasmado ni me ha sorprendido. El tema era, bajo el epígrafe “libres”, el feminismo y las mujeres de hoy. Y se ha desarrollado de la manera más previsible. Si no llega a ser por Esperanza Aguirre y La Mala Rodríguez, mis prefes al minuto uno, yo ya habría estado roncando desde que el Gran Wyoming ha dado comienzo a El Intermedio (que no lo he visto, pero sé que lo hacen antes).
“Vosotras sois las típicas guapas”, les soltaba La Mala a Mamen Mendizábal y Luz Sánchez Mellado. Y era muy gracioso verlas hincharse como un pavo después del piropo, justo tras haberse hecho las ofendidas porque se diera más importancia a su físico que a su intelecto. Pero la culpa es del heteropatriarcado estructural, primas.
Jugando a las maquinitas
Me ha chiflado el momento de Esperanza Aguirre jugando a la maquinita y diciéndole a Carolina Iglesias (he tenido que buscar el nombre otra vez) que “esto es un rollo, tía”. 70 años, tiene. Y, ante la puyita de Sánchez Mellado cuando le dice, con bastante mala baba, que fue pionera en operarse los párpados, le suelta con un par que está pensando ahora en operarse la papada. Porque a ella le gusta verse bien. Hay que ver cómo es el feminismo.
Y no se ha ido sin dejarle misiva a Casado: "Yo he dimitido tres veces porque yo, a diferencia de lo que hemos visto recientemente en el Partido Popular, considero que dimitir es un acto honroso y digno”. Que igual no era el momento ni el lugar, pero nunca está de más el salseo.
¿El programa? Ah, sí. El programa. Meh.