La batalla ya ha empezado. Si Chanel Terrero se alza con el micrófono de cristal en la gran final del certamen de Eurovisión, no son pocas las ciudades que se han ofrecido a organizar el Festival el año que viene; desde la capital, Madrid, hasta Las Palmas de Gran Canaria, Barcelona o Valencia. Parece que los años en los que el festival de música más famoso de Europa no era objeto de deseo han pasado a mejor vida.
El primer teniente de alcalde de Barcelona, Jaume Collboni manifestaba la innegable "relación con Barcelona y Catalunya" que tiene la actual representante de España, y es que Chanel Terrero creció en Olesa de Montserrat. "El Palau Sant Jordi lo podría acoger perfectamente. Barcelona es una sede de grandes festivales musicales", explicaba el político, a lo que añadía que habría que esperar a que ganara para oficializar su candidatura.
"Si tenemos la suerte de que Chanel gane Eurovisión, vamos a intentar que Las Palmas de Gran Canaria sea la sede en 2023", compartía en un tuit Augusto Hidalgo, alcalde de la ciudad canaria, otra de las localizaciones que no han dudado en mostrar su intención de ser la anfitriona del Festival si finalmente hay 'Chanelazo'.
Desde Valencia lo tienen "claro". Su alcalde Joan Ribó explicaba que son "una ciudad de acogida" y que en caso de que Chanel se haga con el primer puesto, ofrecerían sin duda su ciudad. Cabe recordar, que la Comunidad Valenciana fue la 'cuna' de la candidatura de Chanel, al ser Benidorm el escenario donde se eligió a la representante de España en el Benidorm Fest.
Este jueves, era el turno de la capital, cuando la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís señalaba que espera que Terrero gane para que se pueda celebrar en Madrid, porque se lo merece. "A Madrid le están pasando cosas muy buenas y ya lo que nos falta es traer este certamen. Merecemos ser la sede y tenemos una grandísima candidatura".
Un evento muy rentable
Fue entre los años 2014 y 2017 cuando desde la organización del Festival se decidió que el país vencedor recibiría el derecho a organizar el festival al año siguiente, aunque no siempre lo han deseado, como el caso de Italia en el 2014 cuando no quiso acoger el certamen a pesar de su victoria.
Un Festival en el que participan más de 40 países y que el año pasado firmaba casi 200 millones de espectadores es una clara oportunidad para la ciudad que lo organice. Principalmente por la repercusión mundial de la localización, pudiendo señalar en el mapa el país seleccionado, una fama que puede ser muy beneficiosa en el futuro.
Sin duda la mayor rentabilidad recae en el turismo, el hecho de la llegada masiva de eurofans, sea cual sea la ciudad escogida, es una realidad. Así como el traslado de los profesionales acreditados que cubren el Festival durante una semana entera. Todas estas personas consumen alojamiento, comida y ocio, dejando así una huella muy positiva, sobre todo económica. De hecho, en relación con la prensa, los impactos en medios nacionales e internacionales se multiplicarían posicionando en los puestos más altos al anfitrión.
Después del bache que ha sufrido el sector del turismo a causa de la pandemia, tanto en nuestro país como en el resto del mundo, un certamen de tal calibre lo impulsaría muy positivamente. Concretamente en nuestro país, el impacto positivo no sería solo en el turismo, que se alza como uno de los principales motores económicos del país, sino en todo el sector servicios.
Solo cabe recordar la primera edición del Benidorm Fest, recibiendo mucho apoyo por parte de la audiencia y muy buenas críticas en cuanto a la organización del evento. Además, esta competición dejó una buena cantidad de ingresos económicos en la ciudad valenciana.
España, 1969 y ¿1980?
Por ahora, España solo ha acogido el Festival de Eurovisión en una ocasión: en el año 1969 tras la victoria de Massiel un año antes con su famosa canción La, la, la. En esta ocasión, y la única por ahora, la competición se desarrolló en el Teatro Real de Madrid.
Pero diez años más tarde, tras la segunda victoria consecutiva de Israel en 1979 y su negativa a volver a realizar el Festival al año siguiente, la UER propuso a Radio Televisión Española organizar el evento. De hecho, el Patronato de Turismo de la Costa del Sol se planteó acoger el certamen en el Palacio de Congresos de Torremolinos.
80 millones de pesetas (medio millón de euros), este era el coste que tendría el Festival de música europeo, catalogándose como una "inversión productiva", por todos los hechos expuestos anteriormente. Pero finalmente, RTVE no aceptó la organización y fue la televisión holandesa la que se encargó de la edición de 1980.
[Más información: El alcalde de Valencia postula a su ciudad como sede para celebrar Eurovisión si gana Chanel]