Si hay una periodista que ha podido presenciar y narrar algunos de los momentos más decisivos de la vida política de nuestro país durante más de treinta años, esa ha sido la presentadora María Rey. Un rostro muy conocido para todos los televidentes que, a día de hoy, sigue confiando en el medio para contar "todo lo que importa".
Y es que la gallega lleva toda su vida informando desde la pequeña pantalla, pasando por TVE, Antena 3 o Telemadrid, donde se encuentra actualmente. Pero, aunque sus veinticinco años en Antena 3 le han dado momentos "muy bonitos", tal y como ella misma explica, no se arrepiente de su salida.
Este jueves el programa que conduce en la mañana de Telemadrid, 120 minutos, celebraba mil programas, cuatro años de duro trabajo en los que un gran equipo ha conseguido mantener en pie un espacio con mucha competencia, que firma una media de 9% de cuota de pantalla. BLUPER habla con la presentadora para conocer cómo se siente tras este triunfo y sobre toda su carrera profesional.
Se cumplen mil programas de 120 minutos. ¿Es complicado mantener a flote un programa informativo en la parrilla matinal?
Es complicado porque tenemos una competencia tremenda. Tenemos enfrente a los grandes, sabes que estás haciendo un programa autonómico de Madrid, pero es que Madrid también lo está haciendo Griso, Ferreras, Ana Rosa y en un rato Sonsoles. Si pasa algo relevante en Madrid, evidentemente, lo van a contar, entonces compites con los grandes pero con menos medios. Que hayamos llegado a los mil y que dentro de poco cumplamos cuatro años es una maravilla, estamos muy contentos.
¿Cuáles son los ingredientes necesarios e indispensables que tiene que tener un formato como 120 minutos?
Es un programa autonómico, por lo que tiene que estar muy cerca de la gente, muy pegado. La gente tiene que percibir que está hablando de lo suyo, a veces no tiene sentido tener debates que no tiene la gente en su día a día. Nosotros nos dedicamos a traducir problemas complejos, nuestra clave está en eso, estar muy atentos y escuchar lo que la gente quiere oír. Al final, todo lo que nos ha tocado vivir es tan complejo que solo aspiramos a hacerlo fácil a la gente. No tenemos necesidad de influir ni decirle a nadie lo que tiene que votar.
Aunque hayan pasado cuatro años desde su estreno, ¿en algún momento pensaste que no tenía futuro?
La verdad es que te podría haber dicho que sí en la primera semana, porque un programa que arranca en junio está claro que la gente va a mirar de qué va, y la gente que lo ha puesto en antena está mirando si funciona o no. Al principio teníamos un 2% de audiencia, ganar un espacio entre tantos gigantes y dar una cierta fidelidad entre el público… Sabía que lo íbamos a conseguir, pero también sabía que tenía que ser realista. No tiramos nunca la toalla que es lo importante.
Abandonaste la que fue tu casa durante 25 años, Antena 3. ¿Cómo recuerdas la despedida?
Una mezcla de sentimientos, porque yo tomé esa decisión. Tenía una sensación de vértigo hacia el futuro, cuando llevas 25 años en una empresa ya has hecho muchas cosas, y piensas: ‘A ver si voy a terminar donde los muebles viejos porque no saben qué hacer conmigo’. Estaba cerca de los 50, que es un buen momento para el cambio, pero también tenía miedo por si no era el momento correcto. Me dio como un ataque de salir de mi zona de confort y ser valiente, tomar esa decisión me costó, y salir de allí sabiendo que es la última vez después de tantos años… Cerré una etapa de mi vida, no en lo personal, porque mis amigos siguen allí. No tengo un mal recuerdo, a pesar de que en ese momento tuve miedo por si me estaba equivocando.
¿En algún momento lo has echado de menos?
No, nunca. Aunque he visto cosas que me han gustado, creo que tomé la decisión a tiempo y nunca he mirado atrás, si no, no me hubiera ido. Luego se fueron otros con prejubilaciones y yo a eso no hubiera entrado, es que tienes que estar en un sitio hasta que la empresa necesite que estés. Si pasa mucho tiempo nos hacemos todos muy vistos. Yo tengo que dar un paso por mí, por mi futuro, tenía que reinventarme.
¿Cómo te sentiste al emprender un nuevo camino en otra cadena y en otro modelo de programa?
Al principio con el mismo vértigo que cuando empiezas algo nuevo, como cuando entré de prácticas en la radio o cuando entré por primera vez en un plató en TVE. Al principio con la determinación de que yo iba allí a hacer lo mío, que la gente sepa cómo soy. Hay que ser coherente, en la televisión eso se nota, la gente no es tonta.
Telemadrid está recibiendo críticas sobre la forma en la que cubre la información sobre el Gobierno de la Comunidad de Madrid. ¿Cómo lo vives tú desde el programa?
Entiendo la presión en las televisiones públicas, autonómicas o nacionales sobre la cobertura de informativos, yo lo he vivido en TVE y en las privadas también pasa. El poder siempre quiere influir, pero no solo el poder político. Pero nosotros no somos un programa informativo, no estamos marcados por las normas internas que marcan, por ejemplo, la necesidad de hacer entrevistas a todos los candidatos en las elecciones en tiempos proporcionales. Hacemos un esfuerzo en ser equilibrados, pero no tenemos tanta presión, que es algo que te libera mucho. Procuro que esto no me influya, siempre ladran, estés donde estés. Siempre oyes lo mismo, que si este es más parcial, que si este menos... Es como que los políticos nunca están contentos con lo que hacen los periodistas.
¿Crees que está en tela de juicio la credibilidad de Telemadrid?
No, no me parece. Hay gente que está más cómoda ahora y otra gente que estaría más cómoda antes, ¿quién tiene la razón los de ahora o los de antes? No, no creo que esté en tela de juicio. A mí me juzgan por mi trabajo, lo que yo vea como espectador es cosa mía, yo hago mi trabajo como periodista como siempre lo he hecho, y cuando no pueda hacerlo me iré. Hay una cosa fundamental en la vida, ser coherente con lo que piensas y el periodismo es escuchar a todos, a veces te gustaría cortar a alguien y decirle que no te gusta lo que está diciendo, pero nosotros no somos los que juzgamos, los que juzgan son los que votan cada cuatro años. Un periodista de la televisión pública no está para decir lo que opina políticamente, está para dar voz a quien la tiene que tener.
¿Alguna vez te has planteado dejar la televisión?
Sí, cuando me fui de Antena 3, para irme a otra parte de la comunicación. Lo mejor del periodismo ya lo viví, es muy difícil que vuelva a vivir lo bonitas que fueron todas las cosas que pasaron en este país en los años 80 o en los 90: el momento de cambio que viví en el Congreso, cómo trabajábamos sin esa presión de la audiencia porque no te contaban el minuto a minuto, sin vigilar lo que hace el de al lado porque nadie tenía el resto de canales puestos… Ese momento de paz no va a volver, se pasó. Me pensaba dedicar a la formación, pero al final probé y son cuatro años de programa ya.
¿Qué esperas del futuro?
Yo creo que a todos la pandemia nos ha hecho aterrizar, como mucho miras dentro de pocos años, pero nada más. No le doy muchas vueltas. Me preocupa que cada vez la profesión va expulsando a mis compañeros, tengo compañeros muy válidos que a los 55 les echan y ya no encuentran trabajo. Por eso pensaba que tenía que empezar en otro sitio a tiempo, tonta no soy, saldré adelante.
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