Un 6% de cuota de pantalla y 617.000 espectadores. Ese es el dato conseguido el pasado sábado por Benidorm Fest: los elegidos, un programa especial presentado por Julia Varela y Rodrigo Vázquez en el que se presentaron los 18 artistas que forman el cartel de la segunda edición del Benidorm Fest.
Un dato con el que se debe hacer una profunda autocrítica en RTVE ya que perjudica seriamente a una marca a la que, a pesar del éxito incontestable del pasado año con el tercer puesto de Chanel en Eurovisión y con varios de sus participantes triunfando este verano en festivales, aún le queda mucho para consolidarse.
Es prioridad para la radiotelevisión pública pensar en la marca, pero sobre todo en los artistas. Porque ellos serán el boca oreja de cara a futuras ediciones, de cara a atrapar esos añorados mediáticos nombres para conseguir seguir enganchando a la audiencia. El Benidorm Fest debe ser un lugar seguro y el pasado sábado no lo fue en su totalidad.
[Por una temporada del Benidorm Fest más relajada, sin odio y con respeto e ilusión]
Que haya música en prime time es una gran noticia. Pero no a cualquier precio. Una grande como Pastora Soler no puede sonar como sonó. Y no pasa nada por decirlo. La gala no estuvo bien planteada y todo parecía demasiado improvisado. Demasiadas reminiscencias a las más que olvidables galas del pasado. Y eso es algo que los espectadores más exigentes notaron y corrieron rápidos a las redes a expresarse.
Por supuesto que hay que hacer reconocible la marca para el espectador y eso se consigue con más y más eventos. Pero el sábado hubo una gran confusión con parte de la audiencia preguntándose si esas eran las canciones con las que se iban a presentar para ser seleccionados para Eurovisión.
Hay más formas de realizar una gala de este tipo. No todo debe terminar pareciéndose a Operación Triunfo y no siempre hay que reunir a los participantes sentados en un sofá. Pero, para ello, hace falta tiempo, tormenta de ideas, planteamientos, mirar a otras televisiones europeas, guión y más guión.
Tiempo también es el que necesitaron los artistas para poder plantear una actuación que iba a ser su presentación ante los exigentes espectadores. Tiempo para elegir la mejor canción que les definiera, para ensayarla, para perfilar su puesta en escena, para que no quedaran desnudos. ¿Cómo preparar tamaño reto en menos de una semana sobre todo para artistas que era la primera ver que se subían a un escenario así?
Misterio y expectación
Está claro que es importante hacer televisión, pero bien esbozada. A veces es mucho mejor crear misterio, expectación, que el espectador se sorprenda. Y eso en gran medida también fue parte del éxito de la primera edición, en el cual se llegó virgen a descubrir a esos trece artistas.
No todo está perdido, por supuesto, por mucho pesimismo que se haya notado estos días en el ambiente. Ahora tocará trabajar (y mucho) para borrar determinadas sensaciones. Tocará comunicar, promocionar, viralizar. Algo que ya se supo hacer el año pasado. Solo hay que esperar a que salgan las 18 canciones y que los espectadores se ilusionen.
Pero esa reflexión hay que hacerla. Todos vamos en el mismo barco y hay que remar juntos. Desde luego que por parte de los medios de comunicación que llevamos años mimando y cuidando la marca Eurovisión no será. Volvamos a hacer el Benidorm Fest grande otra vez.