En televisión hay muchos programas que desaparecen para regresar justo después con tres o cuatro retoques y un nuevo nombre. Como pasó, por ejemplo, con Viva la vida y Fiesta, que son primos hermanos, y es difícil decir cuándo acabó uno y empezó el otro. El pasado viernes, Telecinco despidió para siempre Sálvame, con hoguera con parte de su decorado incluida, y este lunes nacía Así es la vida, que presentan Sandra Barneda y César Muñoz. Las comparaciones iban a estar a la orden del día. ¿Nos encontraríamos ante un nuevo Sálvame, donde no se grita ni sus tertulianos se pelean? ¿Qué habría detrás de aquello que desde la web de la cadena nos venden como “un nuevo programa de corazón”?
Así es la vida ha resultado un programa fresco, versátil, en el que sabemos que un día hablarán de famosos y otro de asuntos de corte social, o de lo que corresponda. No se parece en nada a Sálvame y, aunque es fácil echar de menos a quienes nos han acompañado durante 14 años, esa diferenciación es lo mejor que tiene el programa. No se puede comparar aquello que no se parece lo más mínimo.
Para ser una primera tarde, los contenidos no podían ser más variados. Han entrevistado al párroco que casará a Tamara Falcó e Íñigo Onieva, ha habido conexiones en directo desde el hospital donde se encuentra hospitalizada Carmen Sevilla por si se podía dar una última hora, vimos a reporteros repartidos por España (para hablar de algo evidente como el calor). Hubo una entrevista con Maxi Iglesias en la que Sandra Barneda derrochó complicidad, y que se realizó en las escaleras del plató, y se habló de algunos asuntos de corazón más.
El resultado es, cuando menos, prometedor. El desafío que tienen por delante es muy grande, eso lo sabemos todos, pero tienen buenos ingredientes para hacerse con un nicho de audiencia que no encaje con el de las demás series diarias, o con los programas en directo de laSexta.
De lo que no se puede hablar mucho, de momento, es de su nutrido grupo de colaboradores. Es amplio, variado, pero no ha sido del todo participativo. Tampoco estamos pidiendo un Kiko Matamoros gritando y enfadándose de forma espontánea, pero sí que se mojen más. Y que cuenten las cosas en primera persona, como hizo, por ejemplo, Pedro García Aguado, que mencionó a la época en la que cayó en las drogas e hizo sufrir mucho a su familia.
De momento, Así es la vida se ha mostrado como un compendio de buenas intenciones. Ahora falta ir afinando los contenidos, que el rodaje permita que sus colaboradores conecten entre sí para dar algo único, y que el público se acostumbre a que tras Mía es la venganza ya no escucharemos más eso de “sálvame, soy un náufrago”. Porque así es la tele. Así es la vida.