Como para tantos otros actores de la longeva ficción de La 1, Cuéntame cómo pasó lo es todo para Pablo Rivero. Su vida hubiera sido completamente distinta sin la serie de Ganga Producciones. Hasta su estreno, el madrileño había hecho un par de papeles menores en series como El Comisario o Compañeros. Sin saberlo, Toni Alcántara iba a ser un punto de inflexión en su vida.
"Sí, ha sido un cambio de vida. En su día fue una oportunidad maravillosa y con la distancia ha sido la mejor escuela y luego un medio de vida, nunca mejor dicho. Para mí ha sido un lujo en el sentido de poder trabajar en lo que me gusta, seguir aprendiendo, poner en práctica lo que aprendí en cine o teatro...
"Y luego el colchón económico", añade. "De esto he hablado mucho con María (Galiana). Me decía: 'tú cómprate tu casa'", recuerda el madrileño, consciente de que el mundo actoral no es tan sencillo tener un trabajo estable. De hecho, él se marchó durante una temporada con la excusa del exilio de su personaje causado por sus investigaciones sobre el terrorismo.
Quizá por eso ahora le permita mirar la vida después de Cuéntame cómo pasó de otra manera. "Casi gano más con los libros", bromea. "Ahora termino y tengo que entregar un libro. Y lo disfruto. Los actores vivimos siempre del "¿Me llamarán?" Hay como un sentimiento de gustar, de aprobación. Somos tantos que está el ego herido".
"Yo, por ejemplo, el primer libro no sabía que iba a ir bien y estuve un año escribiendo porque me podía permitir un año sin trabajar. La mayoría de los compañeros tienen una estabilidad muy difícil", añade Rivero, que hasta es autor de cinco libros.
Cuando era más joven sí que veía las cosas a largo plazo, pensando en qué iba a ser de mí. Y ahora es más a corto plazo
"Cuando era más joven sí que veía las cosas a largo plazo, pensando en qué iba a ser de mí. Y ahora es más a corto plazo. Escribo el libro hasta diciembre, luego la promo... Que si luego prepararme el teatro. No me asusta. Voy haciendo cosas que me gustan. Igual de repente cuando lleve tres años sin hacerla, me da pena", añade.
También tendrá opción de poder meterse en la piel de otros personajes en ficción, como ya hizó en El Pueblo o Citas Barcelona. "Fíjate que nosotros hacíamos 20 capítulos, no 8 como se hace ahora. Y a la intensidad que lo hacemos nosotros, que es que se muere no se quién, que hay una bomba, que a uno le ha dado un infarto... Terminabas agotado", confiesa cuando se le pregunta si interpretar el mismo papel durante veinte años cansa.
En cuanto al final de la serie, Rivero confiesa que está contento. "Los guionistas nos conocen mucho y muy bien y han hecho una temporada que, si bien no es la más efectista, sí que han hecho un viaje con cada uno dando en las teclas en las que cuando lo leíamos al principio estaba bien, pero sentíamos que faltaba algo.
Los guionistas han jugado muy bien a la familia de dentro con la de fuera y están los personajes como hablándose, pero somos los actores como hablándonos
"Sin embargo, conforme lo hemos ido haciendo estábamos en el set llorando. Han jugado muy bien a la familia de dentro con la de fuera y están los personajes como hablándose, pero somos los actores como hablándonos y han creado algo con muchas lecturas. Fue muy mágico. Llegaba a casa y lloraba", se sincera.
Uno de esos momentos especiales del final ha sido el reencuentro con Ricardo Gómez y Elena Rivera, Carlos y Karina en la ficción. "Ha sido muy mágico, muy emocionante. Es que a Ricky le hemos visto crecer. Yo con esto me emociono muchísimo. Ha venido el tío súper tranquilo, súper sereno, generoso... Y casi diciéndonos lo que nos quería decir desde el personaje, pero desde él. En concreto hay una secuencia de llorar... Ricardo también representa el hijo que se ha ido fuera. Cualquiera que tenga un familiar que viva fuera, se va a sentir representado".