La participación de Israel en el próximo Festival de Eurovisión lleva siendo un quebradero de cabeza para la Unión Europea de Radiodifusión (UER) desde hace meses. A pesar de las continuas presiones de partidos políticos, eurofans, periodistas e incluso de algunas televisiones públicas europeas, el organismo se ha negado a expulsarles del certamen.
"Eurovisión es un evento apolítico y un concurso entre organismos públicos de radiodifusión miembros de la UER, no un concurso entre gobiernos", defendía el Grupo de Referencia y el Comité Ejecutivo el pasado diciembre en un comunicado.
Sin embargo, el organismo se estaba reservando un as en la manga: la no aceptación o descalificación de la canción israelí por no cumplir las normas del festival. De esta manera, las distintas televisiones participantes han encontrado una salida 'algo más diplomática' a este conflicto.
Expulsar a Israel de Eurovisión era algo que incomodaba a algunas televisiones públicas europeas ya que sus gobiernos tienen posturas favorables hacia el país como Alemania, Francia, Reino Unido o Azerbaiyán. Y una expulsión así, equiparando a Israel con Rusia, podría haber desatado un verdadero conflicto diplomático.
De esta manera, rebajando la 'expulsión' a un nivel más artístico, la UER también reduce el componente político de su decisión, aunque en realidad descalifique al país por querer llevar una canción con un mensaje precisamente político. Así, del "esto no va de gobiernos", hemos pasado a hablar estrictamente de canciones.
El organismo se escuda ahora en que, tanto October rain como Dance forever, las dos canciones presentadas por la KAN, la televisión pública israelí, incumplen con las normas por contener declaraciones políticas. Según publica el medio israelí Ynet, los responsables de la televisión no son "optimistas" respecto a la posibilidad de que Eden Golan, su representante, pueda subirse al escenario del Malmö Arena.
En el caso de la primera canción está claro que ya el título (Lluvia de octubre), en clara referencia a los ataques terroristas de Hamás el 7 de octubre, lo que desató después los bombardeos a Gaza, ha sido suficiente para que la UER descalifique el tema. Además, Golan cantaba "no queda aire para respirar, no hay lugar, ni yo del día a día. Todos y cada uno de ellos eran niños buenos".
Mientras, el segundo tema (Bailar para siempre) puede hacer referencia al festival de música de Reim en el que 364 jóvenes fueron asesinados mientras celebraban la amistad, el amor y la libertad bailando. Contiene frases como "corazón en el fuego, soy un luchador, no pares la música, subela más fuerte".
We don't wanna put in
Esta no sería la primera vez que la UER descalifica a un país por infringir las reglas del festival al intentar presentarse al certamen con una canción con trasfondo político. En 2021, la canción IŽll teach you, del grupo Galasy ZMesta, criticaba a la oposición del presidente, Alexandr Lukashenko.
"Se concluyó que la canción pone en cuestión la naturaleza no política del concurso", señaló el comunicado colgado por la UER en su página de Twitter. La nota advertía que las primeras "reacciones" a la canción amenazaban con dañar la reputación del certamen.
Años atrás, en 2009, el organismo rechazó el tema de Georgia, We don't wanna put in interpretada por Stephane & 3G, por interpretarse como un ataque al primer ministro ruso Vladimir Putin. Solo un año antes Rodolfo Chiquilicuatre tuvo que rehacer su Baila el Chiki-chiki por sus referencias a líderes políticos a petición de la UER.
Igualmente en 2005 la letra de la canción de Ucrania, Razom nas bahato (Juntos somos muchos), tuvo que ser modificada por hacer referencia constante a su presidente. "No a las falsificaciones, Yúshenko sí, ese es nuestro presidente, Yúshenko sí", rezaba una de las estrofas de la canción del dúo Greenjolly.
El mismo país volvía a ser objeto de polémica en Eurovisión 2016. El tema 1944 de Jamala, a la postre ganadora de aquel certamen, hacía referencia a la deportación de los tártaros de Crimea ocurrida en la década de los años 40 por la Unión Soviética a manos de Iósif Stalin a través de la historia de la bisabuela de la cantante.
Políticos y autoridades rusas acusaron a Ucrania de utilizar la canción para "ofender a Rusia" y "aprovecharse de la tragedia de los tártaros para imponer a los televidentes europeos una visión falsa de supuesto hostigamiento a los tártaros en la Crimea Rusa". Sin embargo, la UER no pidió ningún tipo de modificación al considerar que no se saltaba las normas pues no incluía "discurso político".